Acusan de nepotismo a Maduro

Se desata polémica por nombramiento como asesor de hijo del presidente

El presidente venezolano Nicolás Maduro rodeado de varios familiares durante el pasado cierre de campaña donde ganó las elecciones a Henrique Capriles.

El presidente venezolano Nicolás Maduro rodeado de varios familiares durante el pasado cierre de campaña donde ganó las elecciones a Henrique Capriles. Crédito: ap

Caracas — La revolución bolivariana ha descubierto una nueva y sorprendente promesa: Nicolás Maduro Guerra, hijo del mandatario. Un jovencito de 23 años que ha saltado con resignación desde el absoluto desconocimiento público hasta la élite de la administración.

“Me toca por ser mi papá el presidente”, resumió el “soldado de Chávez hasta más allá de esta vida”, nuevo y flamante jefe del Cuerpo de Inspectores Especiales de la Presidencia. Un poderoso cargo al que accede sin bagaje ni político ni profesional previo, al margen del curso de inspectores de la presidencia, “creado por el comandante supremo”.

Tras visitar los estados que elige su padre sin aviso previo “para evitar fuga de información”, Maduro Jr. redacta un informe “con el planteamiento de posibles soluciones, que llega directamente a las manos del presidente, quien toma las decisiones estratégicas. De verdad que esta labor es hermosa, ya hemos solucionado algunas cosas”, se ufanó el veinteañero.

El único hijo del presidente (fruto de una relación previa a la que hoy le une con Cilia Flores, exprocuradora general de la República y actual “primera combatiente de la Revolución”) no es, ni mucho menos, el único beneficiado del amoroso nepotismo bolivariano. Carlos Malpica Flores, sobrino de Cilia, es desde el lunes pasado el nuevo tesorero nacional, otro cargo relevante en la administración pública y al que llega tras un sorprendente giro en el equipo económico de la Revolución.

Otro hijastro de Maduro, Walter Gavidia Flores, fue “enchufado” en el Poder Judicial como juez titular con apenas 27 años, según aireó la oposición en su día.

“Consideramos la irrupción de Maduro Jr. en un cargo de altísima responsabilidad un ejemplo del típico abuso de poder e irresponsabilidad en el manejo de la gestión pública”, denuncia el diputado Abelardo Díaz. Este político opositor asegura que Venezuela está ante “un ejemplo más de nepotismo de la pareja Maduro-Flores, quienes conciben el poder como una tarta de cumpleaños que se reparte entre familiares”.

Una tarta de muchas y suculentas porciones. A su paso por la Asamblea y la Procuraduría del Estado, Flores protegió y dio trabajo bien remunerado a parte de su familia, según las distintas denuncias sindicales. A saber: sus hermanos Hermes, Vladimir, Giusón y Franquie; los sobrinos Erika Albornoz e Irving Molina; sus primos Marvella Gavidia y Juan Flores; su nuera Magali Gutiérrez y su exesposo Walter Gavidia. “Se estima que la hoy pareja presidencial otorgó en el Parlamento 42 cargos entre familiares consanguíneos y afines. Estos datos dejan a la clara la comisión del delito de tráfico de influencias de esta pareja”, ataca el diputado Díaz.

Amor familiar y revolucionario cuya penúltima demostración se ha producido durante el viaje de Maduro a China. Parte del clan familiar (hijos, nietos, sobrinos, nuera y amigas) se subió al aparato de Cubana de Aviación para viajar a Asia, aunque finalmente se frustró la guinda de la gira que soñaban todos ellos: la intervención del presidente en la Asamblea General de la ONU con la consiguiente estancia en Nueva York, para lo que se habían alquilado dos plantas en el hotel Hyatt Grand Central.

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