Cierre de gobierno no debe ser excusa para reforma migratoria

En el umbral de las marchas que se realizarán este sábado, activistas pro inmigrantes sostienen que los legisladores tienen la capacidad de abordar más de un tema complicado a la vez

WASHINGTON — Ángel González ignora que el gobierno federal cumplió el viernes el cuarto día consecutivo de cierre parcial porque el Congreso no ha aprobado el presupuesto correspondiente al año fiscal 2014, que comenzó el pasado martes 1 de octubre.

El albañil hondureño de 40 años supone que un problema presupuestario de esa magnitud será otro de numerosos obstáculos que deba enfrentar la reforma migratoria hasta que el Congreso termine aprobándola.

No entiende lo que sucede, se muestra impaciente, pero no pierde la fe en que algún día se va a aprobar la ley.

“Ellos (los gobernantes y congresistas) son los reyes, arman y desarman. Puede que esto ahora complique aún más el proceso, pero yo realmente no entiendo qué pasa”, dijo el oriundo de Tegucigalpa, mientras esperaba que alguien le ofreciera un trabajo para el día en una estación de gasolina al norte de Virginia. “El proyecto va bien, ¿pero por qué no pueden ponerse de acuerdo de una vez?”.

La impaciencia de González, quien ansía ir a su país a visitar a su esposa y dos hijos, de 12 y 14 años, por primera vez desde que arribó a Estados Unidos en 2004, muy probablemente la comparten los 11 millones de inmigrantes que residen en Estados Unidos sin autorización legal.

La pregunta que los acosa, implacable, es si tendrán la reforma migratoria en 2013 luego de que el Senado aprobara en junio un proyecto que incluye la opción de la naturalización de los inmigrantes.

Legisladores demócratas y republicanos aseguran, por separado, que están comprometidos en lograr una solución, pero la Cámara de Representantes inició octubre sin una hoja de ruta clara para aprobar la legislación pese a que estas seis semanas son clave para lograr un acuerdo pues aunque el período legislativo se extenderá hasta el 31 de diciembre de 2014, la atención política entonces se centrará en las elecciones de noviembre, cuando el tema migratorio se vuelve muy impopular en los distritos electorales más conservadores.

La Cámara baja se encuentra en medio de una aguda polarización y batalla ideológica por la aprobación del presupuesto. La mayoría republicana quiere aprobar las partidas, pero solo a cambio de que se despoje de fondos a la ley de seguro médico que busca ampliar la cobertura de salud y que, según ellos, aumenta los impuestos y sube los costos a pequeñas empresas.

Esa ley de seguro médico es considerada una de las leyes estelares en el legado del presidente Barack Obama y del Partido Demócrata.

La negativa republicana de aprobar el presupuesto provocó el cierre parcial del gobierno federal por primera vez desde 1996.

La Cámara de Representantes tampoco ha estudiado el proyecto de reforma migratoria aprobado por el Senado, de mayoría demócrata, y que incluye la opción de la nacionalización, ni se ha presentado una legislación alternativa que permita negociar una y otra propuesta.

Varias organizaciones pro reforma esperan que las movilizaciones convocadas para el sábado 5 de octubre, en al menos 160 ciudades de 41 estados estadounidenses, sirvan para convencer al presidente de la cámara baja, John Boehner, de someter a votación un proyecto de ley de reforma migratoria.

Boehner, republicano por Ohio, ha reiterado su negativa diciendo que lo hará cuando cuente con el apoyo mayoritario de 233 miembros de su bancada.

Para que se apruebe una reforma en el cuerpo legislativo se necesitan 218 votos.

Fuera de la batalla por el presupuesto, ambas bancadas necesitarán alcanzar otro acuerdo trascendental, antes de abocarse al estudio de la reforma, sobre otra ley que incremente el tope actual de endeudamiento público.

Y lo deben hacer antes del 17 de octubre, cuando el gobierno federal ya no podrá seguir pidiendo prestado para pagar la totalidad de sus créditos a tiempo. El gobierno alcanzó el límite de endeudamiento en mayo y, desde entonces, ha apelado a medidas extraordinarias para aumentar el cupo del crédito valorado en $300,000 millones.

La Casa Blanca advierte que si no hay acuerdo por la renuencia de una importante cantidad de republicanos a aumentar el tope de la deuda debido a sus preocupaciones por el elevado déficit fiscal, el gobierno federal puede terminar en un cese de pagos del gobierno, algo sin precedente y que según economistas podría causar un colapso de los mercados bursátiles y un alza en las tasas de interés, lo cual podría terminar perjudicando a la economía estadounidense, aún alicaída tras la recesión de 2008.

Deepak Bhargava, director del Center for Community Change, dijo que “la reforma migratoria debería ser el próximo asunto a considerar. De lo contrario, indicaría problemas con el liderazgo de la cámara baja. Ellos son los líderes electos del país, y deberían tener la capacidad de abordar más de un tema complicado a la vez. No hay excusa. La reforma migratoria ha sido debatida ya durante una década”.

No es la primera vez que la senda legislativa de la reforma migratoria encuentra obstáculos imprevistos. Los ataques terroristas del 11 de septiembre del 2001 echaron abruptamente por tierra las expectativas creadas apenas cinco días antes por el discurso que el entonces presidente mexicano Vicente Fox pronunciara durante una sesión bicameral del Congreso estadounidense.

La comisión judicial de la cámara baja aprobó en julio cinco proyectos de ley sobre temas migratorios, todos de corte restrictivo a la inmigración ilegal.

El presidente de esa comisión, el republicano por Virginia Bob Goodlatte, dijo que se redactan otros cuatro proyectos de ley que abordan diversos temas de inmigración, además de los cuatro que la comisión ya ha aprobado.

Goodlatte ha dicho que un proyecto de ley buscaría legalizar a los inmigrantes sin autorización legal para que entonces ellos gestionen la nacionalización a través de tres opciones existentes en la legislación actual: contrayendo matrimonio con un ciudadano estadounidense, o recibiendo el patrocinio de un patrono o un pariente estadounidense.

También ha mencionado su disposición a permitir la nacionalización de los jóvenes menores de 30 años que fueron traídos ilegalmente a Estados Unidos durante su niñez y que son conocidos como dreamers.

El representante demócrata por Illinois Luis Gutiérrez dijo a la prensa la semana pasada que se reunió con Goodlatte a mediados de septiembre y dijo estar “feliz porque él está avanzando, está buscando un proyecto de ley que permita conciliarlo (con la versión del Senado). Es un paso en la dirección correcta”.

Tamar Jacoby, presidenta de Immigration Works USA, federación nacional de pequeñas empresas que buscan una reforma migratoria, dijo que esa modalidad podría beneficiar a siete de los 11 millones de inmigrantes sin papeles.

“Yo lo veo como una prueba para ambos partidos: ¿Los republicanos podrán poner esta propuesta sobre la mesa? ¿Y los demócratas aceptarán, o se aferrarán a los principios y quedarán con las manos vacías?”, se preguntó Jacoby al pronunciar una conferencia recientemente.

“Cuando recuerdo (los debates legislativos previos a que fracasara en el Senado un proyecto de reforma migratoria en) 2006 y 2007, me pregunto si no habría sido mejor haber pactado un acuerdo entonces. Ahora pienso que la respuesta es que sí”, agregó.

Frank Sharry, presidente del grupo pro reforma migratoria America’s Voice, respondió en la misma conferencia que alcanzar tal acuerdo sería posible siempre que se ajusten otros detalles para agilizar la reunificación familiar tal como eliminar la prohibición de entrar a Estados Unidos durante una década, que actualmente se le impone a quienes hayan residido sin papeles durante tres años.

María Elena Hincapié, directora del National Immigration Law Center, resumió la interrogante que rodea a la reforma migratoria cuando se preguntó “¿Qué quiere Boehner: que este tema logre un voto y se logre una solución? ¿Cree que no hay suficiente apoyo por la división existente dentro de su partido? ¿O cree que no es el momento apropiado para que su liderazgo arriesgue tanto? No sabemos la respuesta”.

La bancada demócrata en la Cámara presentó esta semana otro proyecto de ley de reforma que no ha recibido apoyo de republicano alguno.

Steny Hoyer, segundo demócrata de mayor rango en la cámara baja, dijo a AP que “no podemos llevar proyectos de ley a votación en el pleno, pero podemos presentarlos. Así le decimos al pueblo estadounidense nuestra posición”.

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