La estrategia del fracaso

El país en su conjunto espera impacientemente un cambio de conducta y de estrategia de los más radicales de la Cámara Baja del Congreso.

El comportamiento de los republicanos tiene que ser contemplado desde todos los ángulos. Inicialmente, como sostuve en una columna anterior, hay un tinte de ideología mundano que enmaraña al senador Rafael “Ted” Cruz y sus admiradores en de la Cámara Baja del Congreso.

A estos políticos y su base del Tea Party no les interesa la estabilidad económica del país con tal de aniquilar una propuesta propiciada desde la Casa Blanca. Muchos analistas económicos y sociales coinciden que, a pesar de no ser el sistema más óptimo de seguros, el Obamacare beneficiaría a un gran porcentaje de los ciudadanos que pagan precios estrafalarios por seguros médicos mezquinos.

Por otra parte y muy criticable por cierto es el hecho de que algunos representantes de la Cámara Baja se guían por sentimientos y prejuicios personales. Muy raras veces se ha visto un mandatario de la república tan asediado como lo ha sido el presidente Barack Obama.

¿Será que la etnicidad del Presidente tiene algunas ramificaciones políticas en la conducta de algunos representantes?

Hay veces duele aceptar. Lo cierto es que algunos congresistas, a pesar de los cambios a nivel institucional en contra de la discriminación y el prejuicio racial, mantienen ciertas creencias personales que obstruyen su trabajo en el Congreso.

Lo anterior no es un tema nuevo. Por el contrario, nuestra historia siempre ha mantenido latente este vicio social –prejuicio racial— que todavía corroe a nuestra sociedad.

Por otro lado, detrás de la oposición al Obamacare se vislumbra también una estrategia altamente nociva para los latinos y otros grupos nacionales que buscan la legalización a través de una reforma migratoria. Lo que los radicales del Congreso quieren es que el proyecto de reforma migratoria no llegue al pleno de la Cámara Baja. O si es que lo hacen, lo quieren debilitado y muy cerca a las elecciones intermedias.

En este sentido, se requiere más información y más estímulo para que los ciudadanos voten en las elecciones intermedias. Como me comentaba el editor de un periódico de San Diego, “solo los más conscientes de la política –tanto de la izquierda como de la derecha—se hacen presentes en este proceso”.

En consecuencia, los republicanos esperan la reelección de sus representantes y la acumulación de otros en las dos cámaras. Es una estrategia política bastante riesgosa. Puede haber una posibilidad de que el conflicto promovido en contra del Obamacare presione a muchos votantes nuevos, entre latinos, otras etnias minoritarias y grupos progresistas, a votar en estas elecciones.

Lo mejor es que los representantes ultras del Partido Republicano en el Congreso desistan de su radicalidad y busquen un espacio dentro de la moderación política. Su estrategia no sirve más que para traerles problemas.

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