Retablos que desnudan el alma inmigrante

Jorge Durand con sus retablos.

Jorge Durand con sus retablos. Crédito: Fotos: Suministradas

Una madre agradeciendo el haber recuperado los cuerpos de sus dos muchachos ahogados en el Río Bravo, muertos en el intento de llegar al otro lado. Fue a principios de los 80’s que el antropólogo social Jorge Durand se dio de bruces contra este retablo en el Santuario de la Virgen de San Juan de los Lagos, en Jalisco. “Me quedé mirando las fotos ovaladas de esos dos jóvenes un buen rato, absorbiéndolas y tratando de entender porqué agradecía semejante desgracia. Entendí que únicamente teniendo los cuerpos de sus hijos cerraba su duelo”. Esa Virgen, explica este académico peruano nacionalizado mexicano hace muchos años, tiene una reputación bien ganada de ‘milagrera’ en comunidades de tradición migrante como Michoacán y Guanajuato, todas regiones en las que Jorge venía realizando trabajo de campo -entrevistas y encuestas- como parte de su proyecto conjunto, el Mexican Migration Project, que desarrolla con el sociólogo de Princeton, Douglas Massey. “Mientras miraba boquiabierto aquellos retablos lo único que pensaba es ‘tengo que traer a Doug aquí’”. Y así lo hizo.

‘Gracias a la Virgen por el milagro de conseguir mis papeles’, decía en uno y en otro, enorme e ilustrado en cartón, podía verse una historia que transcurría en Chicago. “Tenía dibujado al aeropuerto de O’hare”, narra Jorge, “con un enorme avión de United y un hombre manejando esos carritos donde se transportan las maletas que se incrustaba en la panza del avión haciéndole un hueco. Abajo, se leía: ‘Pedí a la virgencita no perder mi trabajo y aquí estoy a la semana siguiente con toda mi familia para agradecerle.’ “Para nosotros, como investigadores, aquello era oro en polvo. Los retablos”, agrega, “tienen tres partes: el santo, el suceso y el texto. Son un tesoro antropológico: tienes el dibujo, los nombres de la persona, qué cosa pasó, dónde sucedió y en qué fecha.

A raíz de este hallazgo, Jorge comenzó una búsqueda frenética de más retablos con motivos relacionados a la inmigración. “se te vuelve obsesión porque en los retablos está la vida de estos migrantes, sus verdaderas angustias y anhelos. Es esa misma historia que le confiesa a un cuate en la cantina, allí en esa lámina”.

Retablos en Zacatecas, en Guadalajara, capital de Jalisco; agradeciendo al Niño de Atocha, a la Virgen de Zapopán y a la de Talpa; la ruta a recorrer fue extensa y dictada por datos que le iban pasando anticuarios y hasta sacristanes. “Muchos de ellos los tiran porque, quizás, en un día, reciben 300 o 400 retablos en una Iglesia y el cura, por hacer limpieza, se deshace de ellos”.

Así fue como en una oportunidad, este hombre apasionado por entender a fondo qué mueve a los migrantes de un lado a otro y por cuantificar y analizar sus experiencias, pasó más de una semana rescatando retablos de la tierra y el lodo. “La lluvia había hecho estragos pero recuperé unos 40”, comenta con el tono de quien sale airoso de una proeza.

Esos y otros retablos dieron lugar a un libro y a una exposición que, hasta fines de enero, puede verse en el Consulado Mexicano de aquí de NY.

En México hay retablos de temas variados, agrega Jorge, “Incluso ahora se banalizó mucho y puedes encontrar uno donde se agradece ‘que mi amante pudo irse rápido, antes que llegara mi esposa,” pero nuestra colección recorre más de un siglo de historia migratoria a través de este arte popular que nos lleva por las penurias de los inmigrantes aquí y allá. En ese sentido, es única y muy valiosa”.

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