Ver más allá de la punta del iceberg

Marcelo Baudino viaja por el mundo dando charlas sobre cómo maximizar sus experiencias fuera del país de origen.

Marcelo Baudino viaja por el mundo dando charlas sobre cómo maximizar sus experiencias fuera del país de origen. Crédito: Cortesía

A lo largo del día escucha las experiencias de muchos; unos dejan traslucir frustración en sus anécdotas como el hombre que lleva más de tres años viviendo aquí en Estados Unidos y que aún no entiende “por qué dan la mano para saludar. Es mucho más cálido dar un beso, un abrazo; estos americanos son gente muy fría” o, por el contrario, historias que reflejan aceptación, como la muchacha que le comenta que “estamos en diciembre y en mi agenda tengo ya pautado que iré al cine con una amiga el 14 de marzo y con un grupo a un concierto a fines de abril. Me encanta que son organizados y previsores. En mi país todo era más espontáneo pero más caótico y yo era el sapo de otro pozo”.

Sea cual sea la situación –un colombiano que acaba de ser contratado por una multinacional para trabajar en Nueva York y debe instalarse aquí con toda su familia; un joven chileno que estudió en la Gran Manzana y que tomó un empleo en Seattle o una mujer que, después de vivir durante dos décadas aquí, regresará a Lima, su ciudad natal- todos esperan que Marcelo Baudino les proporcione herramientas para que el aterrizaje en el nuevo lugar sea más acolchonado o para mitigar los miedos que genera la vuelta a casa despues de un largo tiempo en el extranjero.

Y este argentino de 32 años tiene, precisamente, una caja repleta de esas herramientas que, bien utilizadas, permiten darle martillazos a los estereotipos promoviendo un entendimiento fluido entre culturas que parecen opuestas. “Lo crucial es no juzgar”, apunta, “no aplicar nuestro esquema de valores y nuestros preceptos culturales como tamiz para evaluar y entender lo nuevo”. Hacer eso, agrega este consultor y formador intercultural, sólo resulta en una comparación odiosa donde lo mío es lo bueno y lo ajeno es lo malo, lo equivocado.

Ciudadano del mundo, viajero y siempre ávido de nuevas experiencias, Marcelo es la cabeza de Iceberg Cultural Intelligence, la empresa que fundó hace 4 años para ayudar a que expatriados, inmigrantes, trabajadores globales y estudiantes internacionales maximizen sus experiencias fuera del país de origen. El mismo se animó de muy joven a explorar el mundo más allá del lugar donde nació.

Después vendría su experiencia internacional, en Virginia, y el choque cultural que asegura puede evitarse si la gente se prepara. “Era nuestro primer examen”, comenta sobre su experiencia en la Universidad de Richmond, “y la profesora había repartido las hojas y nos miraba escribir. Como a la media hora anuncia: ´Voy a ir a leer a la cafetería tienen una hora más para terminar. Lo primero que pensé es, ‘bueno, ahora se arma un kilombo, todos nos pasamos las hojas, buscamos las respuestas que nos faltan en los teléfonos; claro, una mentalidad totalmente latina, pero nada de eso pasó. Cada cual siguió enfocado en su examen, nadie se copió y ni se les ocurrió semejante actitud.

Es que en la cultura norteamericana”, prosigue, “hay un total apego a las reglas, en Latinoamérica, por el contrario, priorizamos las relaciones y las circunstancias. Si mi amigo me pide una respuesta, se la doy pero aquí no, aquí se respetan las normas por sobre todas las cosas”.

Marcelo viaja por el mundo dando charlas y sostiene que son dos paradigmas, dos formas de encarar la vida que pueden colisionar empañando la experiencia de quienes viven fuera de su país. Su paso por Suiza y por México también le dejaron enseñanzas valiosas que hoy pone en práctica en los talleres que dicta a diario.

La cultura de un país, explica, es como un iceberg: “está la punta, lo que vemos cuando vamos de turistas a un sitio –la comida, la forma de vestir, los transportes- y luego, está la cultura profunda que son aquellas cosas que hacen a la idiosincrasia de un país; comportamientos que todos aprendemos cuando somos niños y que hacen que un pueblo sea como es; allí se dan los choques culturales y en eso me especializo, en evitar que la gente se golpee con esa parte invisible del iceberg y sea feliz esté donde esté”.

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