Culmina en México tormento de 5 familias centroamericanas

Aún no termina la Novena Caravana de Madres guatemaltecas, salvadoreñas, hondureñas y nicaraguenses y ya se recogen frutos

Las madres cargan con fotos de sus desaparecidos las cuales son exhibidas con la esperanza de que alguien los reconozca y tenga información sobre ellos.

Las madres cargan con fotos de sus desaparecidos las cuales son exhibidas con la esperanza de que alguien los reconozca y tenga información sobre ellos. Crédito: EFE / Ulises Ruiz Basurto

MÉXICO – El hallazgo de cinco centroamericanos que hasta este fin de semana eran buscados por sus familiares en México resume los primeros frutos de la Novena Caravana de Madres guatemaltecas, salvadoreñas, hondureñas y nicaraguenses que durante 15 días atraviesa este país en búsqueda de pistas de desaparecidos.

Cara a cara, en tres de los casos los familiares pudieron verse después de más de una década de separación; en los otros dos, el contacto fue vía telefónica porque las madres no pudieron viajar a territorio mexicano desde su natal Honduras.

Noemí de León, quien fue separada de su hermana Sonia durante la guerrilla en Guatemala se desmayó tres veces el sábado antes de ver a su hermana en Guadalajara, Jalisco (occidente), una de las ciudades visitadas por el convoy que representa a los cerca de 20,000 centroamericanos desaparecidos en territorio mexicano.

Cada caravana recoge los frutos que siembra la anterior porque durante un año la gente llama para dar pistas que nos llevan a los encuentros”, describió vía telefónica Marta Sánchez coordinadora de la caravana y activista del Movimiento Migrante Mesoamericano.

El viernes pasado, Narciza Gómez, de 56 años, encontró a su hijo Eugenio Juárez, cuyo rostro de adolescente se transformó después de 10 años en un muchacho fuerte que se quedó a vivir en Tijuana y viajó a Guadalajara para ver a su madre.

Dos días después, María de los Ángeles Santos, vio a su hijo Armando Salgado quien salió desde Choluteca, Honduras, para encontrar trabajo en Estados Unidos pero el destino lo llevó a Matamoros, donde formó una familia con tres hijos.

Las razones por las que la incomunicación entre los familiares se vuelve tragedia de vida son variables, pero todas están relacionadas a ser inmigrante pobre: en el camino les roban documentos, extravían teléfonos y direcciones y tienen miedo de regresar a sus países y perder lo poco que han logrado, describe Sánchez.

“La mayoría sigue indocumentado en México”.

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