El boss no es latino
Un informe de la Asociación Hispana de Responsabilidad Corporativa confirma que sólo un 3% de latinos componen las juntas directivas de estas corporaciones
La crisis de 2007 ha sido señalada como una de las razones del estancamiento del avance latino en la gran empresa. Crédito: Archivo / Shutterstock
Nueva York – Linda Alvarado es una latina muy singular dentro del mundo empresarial estadounidense. Además de presidir Alvarado Construction, en Denver, también es miembro de la junta directiva de 3M y Pitney Bowes. Estas son dos empresas del ranking Fortune 500, las mayores del país.
Como ella hay muy pocos porque, pese a que los hispanos son casi el 17% de la población de Estados Unidos y colectivamente tengan un presupuesto de compras de $1.3 billones, su presencia no se traslada a las altas esferas empresariales, según un informe de la Asociación Hispana de Responsabilidad Corporativa (HACR, en sus siglas en inglés), publicado ayer.
El reporte destaca que el 3% de los miembros de las juntas directivas de las empresas del Fortune 500, son latinos y de ellos, una mínima representación, el 0.64%, son nacidos en otro país.
Los avances en representación, que fueron significativos en los noventa, han sido tan mínimos desde 2007 que, prácticamente, se han estancado. La entrada de los primeros latinos en estos órganos de Gobierno, hace 25 años, no ha dejado la puerta abierta a otros. El 70% de las grandes corporaciones, la mayoría multinacionales, no tienen ni una sola voz latina en este directorio que establece y toma decisiones de gestión.
El caso de las mujeres, que en general ya están muy infrarrepresentadas, es, según la HACR, “incluso más deprimente”. Alvarado, Kimberly Casiano o Anna Cablik son tres de las 29 latinas que en todo el país se sientan en juntas directivas de empresas. Son el 0.67% del total, y a pesar de que el segmento de mayor crecimiento en el mercado empresarial es el liderado por las latinas, su presencia en órganos directivos de grandes compañías no ha cambiado en 20 años.
Las estadísticas tampoco dibujan un retrato equilibrado de la cima de las empresas. Hay 10 presidentes ejecutivos hispanos bajo este grupo. Son un 67% más que en 2007, cuando sólo había seis, pero el porcentaje sabe a poco cuando se ve la foto completa. Son apenas el 2% del total.
El mensaje que mandan las cifras es inequívoco. A pesar de la apuesta por la diversidad, las empresas hacen poco por fomentarla. Carlos Orta, presidente de la HACR, afirma que los hispanos permanecen “lamentablemente infrarrepresentados”.
Según Orta, o las corporaciones se dan cuenta de la situación o “sufrirán las consecuencias económicas de la exclusión de uno de los segmentos del mercado de mayor crecimiento en EEUU“. Orta lamenta que una empresa como American Express, que hace gala de su apoyo a los pequeños empresarios no tenga ni un latino en su junta.
La crisis de 2007 ha sido señalada como una de las razones del estancamiento del avance latino en la gran empresa. Las compañías han buscado a directivos experimentados en tiempos difíciles sin cuidar la diversidad, pero como dice Orta, “ya han pasado muchos años y sigue sin haber movimiento”.
El ejecutivo cree que la única solución es que se impongan cuotas de representación. Es algo que se ha hecho en algunos países de Europa para mejorar la posición de las mujeres “y ha resultado positivo”.
“Si el peso de la comunidad latina no ha funcionado, si el hecho de que el conjunto de los hispanos de EEUU seamos la 14 economía más grande del mundo no es suficiente, entonces hay que buscar alternativas”, explica para abogar por las cuotas. “Honestamente, es lo que hay que hacer”, dice. Pero es realista, “aunque funcionen, nadie apostará por ellas”.
La consultora Mariela Dabbah, que puso en marcha el Movimiento del Zapato Rojo de apoyo a mujeres profesionales, opina que la cuota da pie a cuestionar los méritos de las personas que ocupan los puestos, pero cree que si se asegura que se contrata al más cualificado, es una solución válida.
