Cigarrillos electrónicos: ¿tan seguros como parecen?

Para algunos son una etapa de transición, mientras se habitúan a la vida sin el cigarrillo

Para algunos son una etapa de transición, mientras se habitúan a la vida sin el cigarrillo. Otros alternan su uso con el tabaco convencional para disminuir las dosis, sin dejar de aspirar su marca de siempre. Hay quienes lo ven como un alternativa en las zonas donde está prohibido el consumo de tabaco.

El cigarrillo electrónico, sin duda, ha tenido un fuerte crecimiento durante los últimos años.

Es bien sabido que el hábito de fumar es uno de los más perniciosos para la salud en general. El cigarrillo no sólo es el causante de muchos tipos de cáncer, como el de garganta, boca o pulmón, sino que está asociado a las enfermedades cardiovasculares y cerebrales.

Es por eso que los cigarrillos electrónicos se han posicionado como una opción popular entre quienes quieren abandonar esta práctica.

Aparentemente son inocuos. Sin embargo, los cigarrillos electrónicos no están libres de tener detractores. Algunos especialistas médicos advierten que su utilización puede tener serias consecuencias para el organismo, aunque, por supuesto, los efectos no se comparan con los del cigarrillo convencional. Por otra parte, quienes rechazan el uso de cigarrillos electrónicos consideran que este tipo de productos dan una imagen positiva a la práctica de fumar y son una manera de perpetuar el consumo.

La primera crítica se refiere a que ni la Organización Mundial de la Salud (OMS) ni la Agencia Americana del Medicamento (FDA, por sus siglas en inglés) dan el visto bueno a este tipo de dispositivos; al contrario, consideran que de ninguna forma el cigarrillo es una terapia. Este último organismo publicó un informe en 2009 que revela que los eCig, como también se los conoce, contienen sustancias cancerígenas.

Algunos estudios aseguran que los cigarrillos electrónicos no son una opción segura para dejar de fumar, pues lejos de lo que se cree, pueden crear adicción. Los cigarrillos electrónicos liberan pequeñas dosis de nicotina, lo que mantiene al fumador con la necesidad constante de seguir ingiriendo esta sustancia. Asimismo, algunos consumidores han manifestado tos, ahogos e irritación de las vías respiratorias cuando utilizan este dispositivo por tiempo prolongado.

Los cigarrillos electrónicos tienen un aspecto similar a los tradicionales. El vapor que emana, parecido al humo del tabaco, proviene del propilenglicol. Si bien, a diferencia del clásico cigarrillo no existe combustión de sustancias cancerígenas, como el alquitrán, arsénico y amoníaco, el propilenglicol puede contener algunos compuestos tóxicos en cantidades menores, pero igual de perjudiciales. Igualmente, el vapor que desprende puede ser nocivo para quienes están alrededor del consumidor.

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