No a que te encasillen
¿Quién es hispano o latino para representar los intereses en una sociedad que no comprende que la “comunidad hispana”, como grupo unido y demográficamente similar, no existe?
Latinos
Hay una película llamada Extract, que es una joyita y ha pasado inadvertida. Presenta un argumento secundario que podría describirse como “hispano solo de nombre”.
Con guión y dirección de Mike Judge —un maestro en el arte de ilustrar nuestra cómicamente absurda cultura estadounidense— este film de 2009 presenta un personaje llamado Brad Chávez.
El nombre de Brad se convierte en una broma recurrente durante todo el filme.
Joel, el personaje principal, está tratando de encontrar urgentemente a Brad por teléfono. Pero ni él ni su amigo Dean pueden hallar el número de Brad.
Joel: “¿Cuál es el apellido del muchacho? Voy a llamar a Información”.
Dean: “Mmmm, no me acuerdo, es un apellido mexicano”.
Joel: “¡¿Mexicano?! Por Dios, Dean, si tiene pelo rubio y ojos celestes. ¡Vamos!”.
Dean: “Me pareció raro a mí también, que un tipo de esa apariencia tuviera apellido mexicano. Pero no juzgo a la gente, ¿sabes? Quiero decir, quizás no haya sido mexicano, podría haber sido un apellido filipino … Creo que es López. Mmm, o Sánchez. Mmm, o Gutiérrez”.
Brad Chávez aparece salpicado en toda una película que toca, desenfadadamente, las tensiones entre los obreros inmigrantes latinoamericanos y sus compañeros de trabajo nacidos en el país.
Judge utiliza a Brad, que tiene apariencia típicamente norteamericana, no habla ni papa de español y actúa como un “gringo” un poco atolondrado, para presentar la idea de que las diferencias culturales entre mexicanos y estadounidenses se desvanecerán tras unas pocas generaciones de asimilación y matrimonios mixtos.
Los hispanos ya están peleándose sobre estas mismas cuestiones: quién es hispano o latino o peor aún, “suficientemente” hispano o latino para representar intereses en una sociedad que no comprende que la “comunidad hispana”, como grupo unido y demográficamente similar, no existe.
Todo lo que hay que hacer para irritar a algunos hispanos es mencionar los nombres de Cameron Díaz, rubia y de ojos azules; o Ted Cruz, nacido en Canadá, ambos descendientes de cubanos —o sacar el tema de si hay que hablar español perfectamente para ser “realmente” hispano (el alcalde de San Antonio, Julian Castro, es el perfecto ejemplo de esta joya)— y se producirá una discusión muy tensa sobre lo que constituye un verdadero hispano.
El “hispano solo de nombre” tiene varios corolarios como arquetipos. Está el “hispano profesional” —piensen en cualquier actor, actriz o así llamado líder latino que conozcan y que representa, sin disculpas, lo que algunos consideran como el latino estereotípico o tradicional.
Después están los que yo llamo “hispanos no-étnicos”. Son realmente hispanos, pero su trabajo y su éxito no dependen ni están definidos por su etnia.
En el mundo del espectáculo, tenemos a la cantante Christina Aguilera (padre ecuatoriano, como yo) y a la ídolo de televisión, Selena Gomez (padre mexicano). Ninguna de las dos es una “músico latina” ni una “actriz latina” ni tiene una base de fans estrictamente, ni siquiera mayormente, hispanos.
Si les preguntan a sus fans lo último que mencionarán, si es que lo mencionan, es sus orígenes. No es un tema.
Lo que me lleva a lo que me hizo pensar en Brad Chávez en primer lugar.
Acabo de enterarme de que el grupo musical Red Hot Chili Peppers tocará en el espectáculo de medio tiempo del Super Bowl, que se ha convertido en un evento para presentar estrellas de rock un poco pasadas, junto con el superpopular cantor Bruno Mars.
Para mí, Mars representa un nuevo arquetipo hispano. El “hispano no toquemos ese tema”.
Bruno Mars no solo tuvo la suerte de dar con este pegadizo nombre, lo creó él mismo.
Provocando un poco de ansiedad en la “comunidad hispana”, Mars dijo a la revista GQ el año pasado que, aunque su nombre es Peter Hernández, pues nació en Hawaii de la conjunción de un padre percusionista puertorriqueño-judío de Brooklyn y una madre cantante/bailarina de las Filipinas, no quiso embarcarse en una carrera artística y tener que combatir el estereotipo hispano, en un momento muy hispano en la historia de este país.
Expresó a GQ que simplemente se cansó de oír: “Tu apellido es Hernández, quizás debieras hacer música latina, esa música española… Enrique [Iglesias] está tan en el candelero ahora”. En lugar de eso, evitó que lo encasillaran adoptando un nombre de fuera de este mundo.
Algunos pueden ofenderse con ese tipo de “negación”, pero más vale que se acostumbren.
Hay una ola nueva de jóvenes que provienen de orígenes mezclados o diversos y que quieren ser celebrados por su talento o destreza, sin quedar encasillados por una pregunta de Censo.
Démosle la bienvenida con brazos abiertos, en lugar de tratar de empujarlos a un prolijo casillero racial.