Lo feo de Chris Christie

El gobernador Chris Christie no sale de un escándalo para entrar en otro.

El gobernador Chris Christie no sale de un escándalo para entrar en otro. Crédito: ap

Los problemas de Chris Christie se multiplican. Al escándalo “Bridgegate”, que sigue hirviendo, hay que añadir las acusaciones de la alcaldesa de Hoboken, que revela que el gobernador le negó fondos para la recuperación después de Sandy. ¿La razón? Ella no apoyó a un proyecto ligado a un amigo de Christie.

Sus enemigos señalan que estos escándalos prueban que Christie solo sabe gobernar con tácticas de mafioso. Quizás son aceptables en Nueva Jersey. Pero Christie quiere ser presidente, y muchos republicanos quieren que sea presidente. En los Estados Unidos no elegimos presidentes mafiosos.

¿No?

Cuando pasen estas tormentas les aseguro que habrá un momento en la conversación nacional cuando enfrentaremos una pregunta incómoda: para tener éxito como líder, ¿no es necesario ser bruto de vez en cuando?

Les ofrezco esta advertencia, pero no porque quiero promover a Christie. Me ofenden sus tácticas, y me ofenden sus posiciones –sobre impuestos, sobre el matrimonio gay, sobre el control de armas.

Se los ofrezco porque tarde o temprano necesitaremos saber donde queda la línea roja que separa un político honorable y eficaz, y uno que es simplemente un sinvergüenza.

Un gobernador que recorta fondos para un profesor que lo critica es un sinvergüenza. También lo es uno que a un senador le quita su guardaespaldas el mismo día que bota a dos de sus amigos. Ni hablar de lo que hizo en Hoboken o con el puente.

Pero un gobernador, o senador, o presidente que insiste en liderar solamente con discursos y argumentos elegantes, sin reconocer que para gobernar hay que pelear de vez en cuando, es un líder idealista e ineficaz.

El criterio que cuenta es la transparencia. No me molesta un senador que está dispuesto a admitir en público que apoyará a un programa del presidente si el mandatario apoya un programa del senador. Es una posición fea pero honesta.

Pero un gobernador que oculta como castiga a sus enemigos es simplemente feo.

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