Michoacán sin paciencia

La dramática verdad en el caso de la “guerra interna” en Michoacán— es que cada día hay más problemas y dudosas respuestas

Un grupo de las autodefensas cuando esperaba instrucciones en una trinchera  en el poblado de Antúnez en Michoacán, México.

Un grupo de las autodefensas cuando esperaba instrucciones en una trinchera en el poblado de Antúnez en Michoacán, México. Crédito: EFE

BURBUJAS

Es Michoacán, para mis gustos, el Estado más bello de México, el más frutícola, el de los mil y un manantiales de aguas termales y el de gente amable y hospitalaria y poco violenta.

Para que a esa gente se le haya acabado la paciencia, algo muy serio debió haber pasado que los llevó al actual estado de violencia de todos contra todos. La dramática verdad en el caso de la “guerra interna” en Michoacán (de alguna forma hay que llamar a este conflicto de tres frentes) es que cada día hay más problemas y dudosas respuestas.

Me parece que en el actual Gobierno federal en México se pueden observar dos grandes tendencias: La primera y más visible, es la que intenta incrementar la figura internacional de Peña Nieto. Para eso va y viene, invita a líderes internacionales, y habla, habla y habla.

La otra, la de la política interna, la de enfrentamientos y compromisos, la de las realidades y del no lucimiento, la de las contestaciones improvisadas, esa se la deja el Presidente al Secretario de Gobernación, quien tiene que ir ajustando sus acciones a las diarias y nuevas ideas y promesas que va regando el presidente por ahí. Quizás a eso puede atribuirse tanta declaración contradictoria del ministro al informar sobre la situación en Michoacán y su clara desesperación y mal humor cuando se le presiona sobre el tema.

Los antecedentes de este conflicto son difíciles de definir. Cualesquiera que hayan sido se agravaron con la malhadada guerra contra el crimen organizado de Calderón que forzó a los cárteles de drogas a buscar lugares tranquilos donde poder operar y uno de ellos fue Michoacán. Llegaron Los Zetas, “Los Caballeros Templarios” y otros, y establecieron su reinado de extorsión, secuestros y violencia… nadie pudo impedirlo.

Ante el creciente abuso y poca respuesta de las autoridades, nacieron los grupos armados de autodefensa encabezados por el Dr. Manuel Mireles, que por cierto siempre había sido un hombre de paz.

Cuando el pueblo armado en autodefensa limpió varios municipios de drogas, molestó a las autoridades que hiciera lo que ellos eran incapaces de hacer y ordenaron su desarme. Algunas unidades del Ejército fueron comisionadas a hacerlo, pero la reacción de los pueblos fue tan violenta que suspendieron la operación. Surge la duda: ¿Con quién está el Gobierno?

Recientemente el Dr. Mireles salió herido en un accidente al aterrizar mal su pequeño avión y fue llevado en helicóptero a un hospital de México. Días después se preparó con mucho cuidado una entrevista en televisión en la que Mireles declaró que las “autodefensas” estaban dispuestas a deponer las armas y que veía con agrado la intervención del Gobierno Federal en Michoacán.

Todo parecía perfecto…, pero en otra entrevista, ese mismo día, Mireles dijo que no depondría las armas hasta que el Gobierno federal detuviera a los cabecillas de “Los Caballeros Templarios”. “Yo no autorizo el desarme de nadie”, dijo.

¿Malabares de la televisión o como algunos lectores me preguntan, forzado por los políticos?

Es obvio que no sabemos lo que las autoridades saben o pretenden hacer, pero en aras de esa transparencia que ofrece Peña Nieto todos los días, sería bueno levantar un poco el telón, porque como van las cosas se presta a deducciones que pueden convertirse en verdades políticas. Pero la historia sigue…

A un costo enorme el Gobierno federal envía cinco mil soldados a Michoacán y nuevamente lo primero que intentan es desarmar a las “autodefensas”. La reacción popular fue tan violenta que no solo dejaron de hacerlo, sino que le devolvieron al pueblo las armas que habían confiscado. Lo impresionante es que esas armas ya no son el viejo 22 y las antiguas escopetas de cacería, sino rifles automáticos y pistolas modernas. ¿De dónde salieron? ¿quién las financió? Se rumora que fue el cártel de Sinaloa… de resultar cierto ya tenemos un jugador más en la guerra en tierras tarascas.

¿Cuál es la función del Ejército en Michoacán? No se sabe. Por cierto, soldados en esta campaña son tan fáciles de identificar que su efectividad se reduce y estos posiblemente piensan en acciones nocturnas, porque los vi con calzado amarillo, muy distinto a las botas de uniforme. ¿Dónde los van a encuartelar y alimentar?

Un soldado nunca ha sido un elemento de paz. Cuando con su presencia logra controlar la violencia, deben entrar los civiles a gobernar. Si no es así, al momento que el Ejército se retira, renace la violencia….

Por ahora, en Michoacán, no está clara la misión del Ejército y menos aun quiénes pudieran ser los civiles con prestigio para gobernar cuando retorne la paz al Estado.

Para ello nombran un “regente”, como si no hubiera gobernador electo democráticamente.

Aunque ciertas autoridades pretendan disfrazar el conflicto, y aunque carezcamos de información veraz, esa guerra es cruenta, con cientos de víctimas y enemigos múltiples y con intereses no solo de otros cárteles, sino de criminales que la aprovechan para medrar.

Michoacán es un Estado ocupado por distintas fuerzas: Ejercito, Marina, Policía federal, autodefensores y cárteles… así y todo, hay que encontrar la paz…

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