Ecuatoriano da la clave para sobrevivir en NYC: la lectura

El director de teatro Andrés Zambrano testifica de las bondades de la educación

Andrés Zambrano se mantiene positivo y no trae a la memoria recuerdos tristes de crisis ya pasadas.

Andrés Zambrano se mantiene positivo y no trae a la memoria recuerdos tristes de crisis ya pasadas. Crédito: NYT VIDEO

Nueva York, 28 ene – El ecuatoriano Andrés Zambrano encontró en la lectura su vía de escape cuando llegó a Nueva York en su adolescencia y ahora, como director de teatro, lleva al escenario esos textos para trasladar al público a esa misma vía de liberación.

Leer fue como “recibir un puñetazo en la cara y que me dijeran: compórtate, estás muy bien, aprovecha las oportunidades que tienes y sonríe a la vida. Fue un despertar” a través del cual pudo adquirir conocimientos, indicó en entrevista con Efe.

Para Zambrano, la lectura brinda la oportunidad de “cambiar la manera de vivir. El mundo está muy feo y la educación te da la oportunidad de ver lo que hay al otro lado de la orilla y a partir de ahí, si puedes, tratar de hacer algo diferente y a mí, gracias a Dios, la vida me ha dado la oportunidad de hacer algo diferente”, argumentó.

Mi historia no es tan triste como la mayoría de las historias (que ha leído). Cuando lees, por ejemplo, La Casa de Bernarda Alba, lo que le pasa a Adela, ese sufrimiento es horrible, su situación es peor que la mía (cuando emigró)”, dijo a Efe el director, que llegó a Nueva York cuando tenía 15 años y que se refirió a la última obra de Federico García Lorca, su autor preferido junto con William Shakespeare.

Como muchos hijos de inmigrantes, la historia de Zambrano no fue diferente: su madre, que emigró a EEUU cuando él tenía tres años, vino a trabajar para poder traer a sus hijos, que vivían en Cuenca con la abuela.

El primer impacto negativo que tuvo al llegar a la ciudad fue que su madre, a la que no había visto en doce años, no fuera por él al aeropuerto.

“Sólo se abrió la puerta de un coche y una voz dijo ‘Andrés entra‘. Era mi padrastro. Cuando pregunté por mi madre me dijo que estaba trabajando”, recordó sobre lo que fue el inicio de su vida junto a su familia en esta ciudad.

El ecuatoriano ha señalado que muchos miembros de su familia lustraban zapatos en Nueva York y durmieron en el metro para ahorrar dinero y traer a sus seres queridos desde Ecuador.

Sus primeros dos años los vivió en un apartamento de una habitación y un baño en El Barrio latino de Harlem junto a otras siete personas, entre ellas su madre, su padrastro, su hermano, su tío y su hermana, que dormía en la bañera, experiencia que recuerda como algo “horrible”.

“Fue muy difícil porque estábamos unos encima de los otros”, indicó el ahora director de teatro, que encontró en la lectura, la poesía y la música el escape a la soledad y el inicio difícil de una nueva vida.

Zambrano, que a partir de la próxima semana dirigirá en Repertorio Español “La zapatera prodigiosa” de García Lorca, no recuerda con tristeza esos momentos. Es una persona optimista, que mira esas experiencias como un aprendizaje y con deseos de ayudar a otros a crear conciencia sobre diversos problemas o de la vida misma a través del teatro.

Tras graduarse de la escuela superior obtuvo una beca que otorga “The New York Times” para los más necesitados. Su familia esperaba que siguiera los pasos de otros miembros y obtuviera un empleo.

Tras concluir sus estudios en teatro y literatura, obtuvo en 2010 la Beca Van Lier para directores jóvenes de la compañía de teatro Repertorio Español y ese mismo año ganó varios premios con “El público”, de nuevo de García Lorca, su autor talismán que también le ha dado el éxito con “Yerma” o “El amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín”.

Zambrano asegura que el teatro es una vía “para expresar lo que tengo dentro, para decir ‘ya basta’ (a las injusticias), más que salir en los periódicos o que me tomen fotos”.

Busca llevar al escenario el mensaje de “podemos hacerlo diferente, cambiar la manera en que somos, las hipocresías, para que la gente se conmueva y piense. Es tratar de poner un granito de arena para cambiar lo que está pasando“.

Asegura que al mirar hacia su vida ve “un camino con muchas espinas, pero he visto cómo han ido cicatrizando. También me acuerdo de esas espinas y que no quiero regresar allá. Para ello tengo que portarme mejor, crecer mucho más para hacer el camino mejor”.

Su próximo proyecto es inaugurar el próximo noviembre en Ecuador un restaurante-bar con espacio para mostrar películas y obras de teatro.

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