Empresario atacado en Guerrero “colapsa” en entrevista

Su vida pende de un hilo tras haber señalado al alcalde de la capital guerrerense como cómplice, compinche y beneficiario de la delincuencia

Pioquinto Damián Huato, micrófono en mano, no tiene paz desde que intentaron asesinarlo.

Pioquinto Damián Huato, micrófono en mano, no tiene paz desde que intentaron asesinarlo. Crédito: YouTube

MÉXICO – “Somos institucionales, respetamos el orden jurídico y somos aliados del gobierno, pero tienen que entender que estamos desesperados”. Pioquinto Damián Huato, líder de la Cámara Nacional de Comercio (Canaco) en Chilpancingo, explicaba en una entrevista radiofónica las razones de los empresarios en Guerrero para apoyar a los grupos de autodefensas mientras había un tiroteo de fondo.

O al menos eso creyó escuchar desde dentro de su casa durante varios minutos en los que se interrumpía a sí mismo para insistir al aire “aquí hay una mega balacera”. Pero luego vino la duda y reconoció que quizá era su “paranoia” derivada del atentado que sufrió hace unos días en el que murió su nuera.

El caso es que el líder de una casta empresarial “empobrecida” hasta los huesos por las extorsiones del crimen organizado se encuentra en la frágil cuerda que pende entre la vida y la muerte desde que señaló al alcalde de la capital guerrerense como cómplice, compinche y beneficiario de la delincuencia.

“Mi agresor se llama Mario Moreno Arcos”, repitió esta mañana para recordar lo que hace dos días vociferó en una asamblea comunitaria del Valle de Ocotito, donde se encuentran las autodefensas en espera de una señal de la población para tomar Chilpancingo.

El atentado fue en la carretera cuando un vehículo se atravesó para intentar asesinarlo, apenas después de reprochar en público la desatención de Moreno a la inseguridad por ser “un narcoalcalde” que abrió las puertas a secuestros y extorsiones.

“Ya no vivimos de nada, sólo tres o cuatro negocios aquí tienen más de 40 empleados”, detalló esta mañana al noticiero MVS mientras intentaba distinguir el ruido que suponía balazos. “Yo creo que están afuera de mi edificio”, dijo.

Tomó un respiro y continuó: “En Chilpancingo sólo falta que los delincuentes nos pidan que bañemos a nuestras hijas porque van a pasar por ellas… Que si creemos ahora más en las autodefensas. Sí. Que si necesitamos ayuda federal. Sí, por lo menos en Chilpancingo”, agregó antes de colgar sin saber lo que pasaba afuera, en pleno Zócalo.

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