Millones pasan hambre

Obama prometió erradicar la pobreza extrema para 2015, pero se le acaba el tiempo sin cumplir la meta

Nicolás Herrera, de 3 años, en el Centro de Alimentos Manna, en Maryland, a donde él y su madre Yolanda  acuden regularmente.

Nicolás Herrera, de 3 años, en el Centro de Alimentos Manna, en Maryland, a donde él y su madre Yolanda acuden regularmente. Crédito: <copyrite>La Opinión - </copyrite><person>María Peña< / person>

WASHINGTON, D.C.— Como candidato, Barack Obama propuso en 2008 erradicar el hambre entre los niños para 2015, pero el tiempo se le acaba y la realidad indica que esa meta quedará incumplida.

Seis años después de la propuesta de Obama, la llamada “inseguridad alimentaria”, o escaso acceso a comida saludable, aún golpea a 49 millones de personas que tienen como primera línea de defensa contra el hambre a los cupones de comida y los bancos de alimentos.

Entre ellos está Yolanda Herrera, una inmigrante peruana de 43 años, quien se desempeña como secretaria a medio tiempo en una compañía de mudanzas.

Herrera, casada y madre de cuatro hijos, acude con frecuencia al “Centro de Alimentos Manna”, en Gaithersburg (Maryland), para recibir pan, frutas, verduras, y hasta pañales para los más pequeños.

“Es un gran alivio, porque aunque mi esposo y yo trabajamos, el dinero no alcanza”, dijo Herrera mientras llenaba bolsas con comida, “venimos a trabajar duro y no es humillación pedir ayuda, porque nadie está libre de pasar dificultades. Manna nos ayuda para salir adelante”.,

El Centro Manna, que recibe una pequeña ayuda del Departamento de Agricultura (USDA), atiende en promedio a entre 100 y 200 personas al día, repartiendo productos de la canasta básica, libros para niños, y hasta flores para el hogar. No exige prueba de ingresos ni de estatus legal.

Christine Meléndez Ashley, analista del grupo Bread for the World, que hace cabildeo a favor de la gente pobre, explica que “poco después del anuncio de esa meta, afrontamos la peor recesión en décadas… nuestra lucha ha sido evitar que el Congreso aniquile los programas contra el hambre”, afirma. “El problema sería peor sin los cupones de comida y las comidas escolares”.

Lisa Pino, la primera latina en dirigir un banco de alimentos en EEUU, cree que la respuesta requiere el aporte del sector privado, la clase política, los activistas comunitarios y las ONGs.

“El gobierno busca reducir más la pobreza, pero no puede resolver el problema solo. Todos tenemos que implicarnos en la búsqueda de soluciones”, dijo Pino, presidenta de United Food Bank of Arizona y ex subdirectora del programa de cupones de comida “SNAP” bajo la Administración Obama.

El Centro de Acción e Investigación Alimentaria señala, por ejemplo, que en California, donde viven más de 9.2 millones de menores de 18 años, un promedio del 15.6% de hogares afrontó inseguridad alimentaria entre 2010 y 2012.

Se calcula que hay aproximadamente 200 principales bancos de comida en EEUU, y el que dirige Pino reparte 51 mil comidas al día.

Estos centros ayudan a mitigar los llamados “desiertos alimentarios” propagados principalmente en zonas urbanas – hay 55 solo en el Condado de Maricopa en Arizona— y donde unos 23.5 millones de pobres no tienen acceso a comida saludable.

Con suerte, las tiendas de barrio en esos “desiertos” venden comida enlatada y comida “chatarra”, dando pie a la paradoja de la malnutrición, donde la pobreza y la obesidad van de la mano: con $3 se puede llenar una bolsa con productos procesados o azucarados, pero no da para más de una libra de frutas.

Centenares de organizaciones de todo EEUU realizarán una conferencia en Washington el mes próximo en busca de soluciones a la crisis del hambre.

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