Gutiérrez: De indocumentado a jugador de la NBA

El mexicano Jorge Gutiérrez persigue su sueño en los Nets

Jorge Gutiérrez: "Lo que más extraño es el pollo con mole que me hacía mi mamá… con frijoles, arroz y sus tortillas".

Jorge Gutiérrez: "Lo que más extraño es el pollo con mole que me hacía mi mamá… con frijoles, arroz y sus tortillas". Crédito: Suministrada / Nets

Nueva York — En el espíritu de Jorge Gutiérrez habitan la inquietud y la paciencia. El basquetbolista mexicano de los Nets de Brooklyn entiende que sólo jugará cuando el entrenador Jason Kidd lo disponga —apenas poco más de 10 minutos repartidos en dos partidos de los seis que el equipo ha jugado desde su arribo el 6 de marzo.

“No jugué la semana pasada y por eso he tenido la ansiedad de jugar”, indicó el guardia. “Yo estoy listo para cuando me den la oportunidad”.

Aunque no ha visto mucha actividad, algo ha hecho que le llenó el ojo a Kidd para que le diera otro contrato de 10 días al vencerse el primero el pasado lunes.

“Me sentí muy feliz porque son otros diez (días) más, así que algo estoy haciendo bien“, dijo con una sonrisa. “Me dijeron que he estado trabajando bien y que me iban a dar diez días más para mostrar qué más puedo hacer”.

La oportunidad llegaría la misma noche en que firmó su segundo acuerdo.

Gutiérrez lució al jugar los minutos finales del primer cuarto ante los Soles de Phoenix. Acababa de entrar al partido cuando asistió a Deron Williams en un triple; instantes más tarde, robó un balón y poco después bajó un tablero.

Gutiérrez mostró intensidad y deseos de servir al equipo. Volvió al entablado cuando el partido expiraba y los Nets navegaban tranquilos hacia la victoria.

Pero el número 13 de los Nets no bajó el ritmo. Quedaban un minuto y 25 segundos en el reloj cuando el delantero de los Suns, Shavlik Randolph, atacó el aro de Brooklyn y Gutiérrez brincó a la par de él, tratando de bloquear el disparo.

Casi lo logra. Su vuelo fue espectacular; con un manotazo devolvió el balón hasta su casa y hasta el mismo Paul Pierce brincó de la banca para festejar a su compañero que, sin embargo, había cometido falta sobre su rival.

“Jorge ha hecho las cosas muy bien”, afirmó Kidd. “Quiero ver qué puede hacer cuando se presentan ocasiones en las que los equipos presionan el perímetro con sus guardias y el juego del lunes fue una buena prueba para él”.

El miércoles, en un encuentro más cerrado contra los Bobcats de Charlotte, el originario de Chihuahua, México, vio el partido desde la banca, sumándole un día más de ansiedad a su sueño de jugar en la NBA.

“Me siento muy bien que Kidd hable bien de mí; me da más confianza”, manifestó. “Esperemos que me siga dando chansa (oportunidad)”.

Si bien ahora sólo piensa en jugar más minutos con los Nets, Gutiérrez carga consigo una historia que hace ver esa preocupación como algo pequeño.

A los 16 años, sin hablar inglés, dejó a su familia en México para irse a vivir a Denver. Dentro de sí había un hambre diferente a la de muchos inmigrantes otros que cruzan la frontera.

“Dejé México para llegar a jugar con los mejores jugadores del mundo. No es que no viera mucho futuro en allá, sino que en la tele se veía que aquí estaba el mejor basquetbol y yo quería jugar en el mejor basquet“, afirmó.

Ese sueño no lo cegaba de la realidad que estaba viviendo. El joven basquetbolista era un inmigrante indocumentado, y eso, la sociedad y las leyes estadounidenses lo persiguen al punto de la criminalización.

Basta ver que durante el mandato del presidente Barack Obama se han ejecutado casi dos millones de deportaciones, más que durante cualquier otra presidencia.

“Sí, estábamos conscientes de la manera en que estábamos viviendo pero a esa edad no se le pone tanta atención”, aclara el jugador de la selección mexicana. “Estábamos enfocados solamente en el basquet y hacer las cosas que teníamos que hacer para mejorar como basquetbolistas”.

Al crecer, Gutiérrez se hizo más consciente de la lucha que las comunidades inmigrantes sostienen para arreglar su estatus migratorio. “Ahora sé que nuestra comunidad está luchando por un pasaporte o por la residencia“, aseveró. “Yo nomás les diría que sigan luchando. Y sí se puede”.

Gutiérrez, quien solía lucir una cola de caballo en aquellos años, abandonó la clandestinidad inmigrante cuando fue becado para jugar con los Osos Dorados de la Universidad de California en Berkeley. Ahí brilló a tal grado que se convirtió en una figura del equipo. En su último año, el guardia fue nombrado el jugador del año en la Conferencia Pacific 12 y jugador defensivo del año.

Es esa garra defensiva la que, en sus breves apariciones, lo han caracterizado y hasta le han ganado elogios de sus compañeros de equipo.

“Te puedo decir que Jorge está jugando muy bien, lo he visto desde el campamento de pretemporada y sé que tiene el talento para estar en el equipo”, destacó Deron Williams, guardia estelar de los Nets. “Él viene y trabaja muy duro, escucha, quiere mejorar su juego y está dándolo todo cuando sale a la cancha”.

Es difícil predecir qué pasará con Gutiérrez. El hecho de que los Nets lo hayan renovado parece un buen indicio, especialmente si se toma en cuenta que Jason Collins firmó dos contratos de 10 días antes de ser firmado por el resto de la temporada.

Y día a día, Gutiérrez habla por teléfono con su familia en Chihuahua, México, a quien atribuye sus logros.

“El apoyo de la familia es lo que se necesita para salir adelante”. Pero a ese apoyo le hace falta un pollo. “Lo que más extraño es el pollo con mole que me hacía mi mamá… con frijoles, arroz y sus tortillas”, finalizó.

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