Abuelos también cruzan la frontera

Intentan volver a reunirse con sus seres queridos en los Estados Unidos

MÉXICO, D.F. — Pertenecen a uno de los sectores más vulnerables de la sociedad: son emigrantes y son viejos aunque la actitud de casi un millón de mexicanos adultos mayores de 60 años que, según la estadística oficial, desde hace una década buscó cruzar la frontera hacia Estados Unidos dice lo contrario.

A algunos los reclama la familia para que cuiden a los nietos y enfermos; otros, enviudan, tienen nuevos aires o fueron desplazados por las nuevas generaciones en el mercado laboral y buscan empleo.

A veces los consume la soledad porque los hijos ya no vuelven por miedo a no poder volver a cruzar sin papeles o los empuja la nostalgia porque fueron indocumentados sin tanto problema con la Patrulla Fronteriza, las leyes antinmigrantes y las deportaciones.

El caso es que el perfil del migrante está madurando.

“La edad de las personas que emigran ha ido aumentado debido a las redes sociales bilaterales y los cambios en las condiciones hacia la migración en Estados Unidos en la última década”, observa Verónica Montes de Oca, experta en el tema en la Universidad Nacional Autónoma de México que ha realizado investigaciones en ambos lados de la frontera para determinar el perfil del emigrante de la tercera edad.

Según la encuesta AMIF del Colegio de la Frontera Norte (Colef) en el 2003 los ancianos representaban sólo el 3% de la diáspora mexicana, pero para el 2010 (el año pico en este sector) llegó hasta el 16%; es decir, 185,500 del total. Posteriormente, el número decreció, pero nunca a los poco más de 3,000 cruces que en los años 80 documentó el Consejo Nacional de Población.

“Las familias están capitalizando y fomentando el creciente flujo de esas personas porque aunque son viejos son sanos : sus índices de diabetes (35%) y de hipertensión (50%) con mucho más bajos que el promedio de mexicanos de la misma edad que viven EEUU”, observó Silvia Mejía, analista de salud y envejecimiento de la migración del Colef.

Por ello se encuentran casos de empresarios de origen mexicano exitosos que recurren a sus padres para que se vuelvan sus cuidadores en tratamientos de enfermedades crónicas o de mujeres mayores contratadas exclusivamente para cocinar a grupos de trabajadores que no quieren tener la dieta de comida rápida estadounidense. De su más reciente estudio, la investigadora concluyó que la experiencia de salir del país redujo los niveles de depresión y ansiedad de los ancianos, fortaleció su autoestima y les dio valor para empezar con una nueva vida.

“El reto es integrarlos en Estados Unidos, lograr que no se encierren, que se integren de alguna manera y sigan con la experiencia de manera positiva”.

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