Aumentarían castigos contra la prostitución en NYC

Asamblea estatal evalúa proyecto que impondría sanciones más severas contra los responsables del tráfico sexual en la ciudad

Una vista de la congestionada  avenida Roosevelt,  espacio de nuevas modalidades de tráfico sexual.

Una vista de la congestionada avenida Roosevelt, espacio de nuevas modalidades de tráfico sexual. Crédito: EDLP / Mariela Lombard

QUEENS — Un proyecto de ley que aumenta severamente las penas para los responsables del tráfico de personas está actualmente ante la consideración del Senado estatal, pero sus mismos promotores dudan que llegue a hacerse efectivo. Mientras tanto, el flagelo de la prostitución sigue desarrollándose a plena luz del día y las medidas que permitan erradicarlo parecen aún muy lejanas.

El senador estatal José Peralta (D-Queens) es autor de un proyecto de ley que eleva a cinco años el castigo (actualmente estipulado entre 1 y 3 años) para los culpables de este delito. En el caso de los reincidentes, la pena podría llegar a cadena perpetua.

El proyecto ha sido aprobado por el Senado estatal, y ahora está en manos de la Asamblea.

Pero el mismo Peralta reconoce que va a ser difícil convencer a los miembros del organismo, ya que la mayoría considera que este tipo de legislación daría demasiado poder a los fiscales, que podrían lanzarse a una “caza de brujas” indiscriminada para aumentar su propio crédito político. “Hay que retorcer al tiempo que convencer los asambleístas y el asunto no es fácil”, dijo el jueves el legislador de East Elmhurst ante un auditorio de estudiantes del Queesborough Community College, donde acudió para exponer sus ideas.

En el estado de Nueva York, la oferta y la solicitud de servicios de prostitución está penada con condenas de tres meses a tres años de prisión y multas de hasta $5000.

En 2011, el gobernador Andrew Cuomo firmó una ley impulsada por Peralta que prohibía la repartición de de tarjetas con imágenes semi-eróticas de mujeres, por personas que pregonaban: “Chicas, chicas”. Este era el último peldaño en la escalera de la prostitución. El nivel de adaptación del negocio aumentó con tarjetas sugerentes con frutas o flores repartidas por gente en la calle o taxistas, que se amparan en el derecho a la libertad de expresión.

El tema de las tarjetas revela una paradoja. Hay quejas de padres de familia por esta publicidad que se entrega en la calle, pero no con los medios, que también publicitan sexo y que están al alcance de cualquiera. La oficina de prensa del senador dijo haber escuchado quejas de personas por lo primero, pero no por lo segundo.

Los cambios en oferta de la prostitución dificultan también los controles legales. En febrero de 2012, El Diario/ La Prensa reveló el modus operandi de un burdel clandestino en Riverhead, Long Island. Parte de las condiciones de trabajo para las mujeres era prestar servicios en otros locales de de la isla. “Cada lunes cambiamos de muchachas. Nos llevamos a las que están y traemos otras nuevitas”, explicó el hombre a la puerta. En septiembre de ese año, sin embargo, el lugar fue cerrado por un operativo de la policía del estado.

Pero la oferta ya no se realiza en lugares cerrados, sino en taxis adaptados o en vehículos de mudanza que se cambian de lugar para no llamar la atención.

Redes de trata

Las partes altas de la cadena del tráfico humano son difíciles de localizar y a veces están fuera del país. Las bandas mexicanas de tratantes son uno de los muchos rostros detrás del comercio sexual en vecindarios latinos de la ciudad.

Un ejemplo es la banda familiar de Tenancingo, Tlaxcala, que entre 1991 y 2004, prostituyó a una decena de mujeres de entre 14 y 19 años con la promesa de traerlas a NY para conseguirles marido. La banda era liderada por Consuelo Carreto, madre de Gerardo y Josué Flores Carreto.

Teresa Ulloa, directora de Coalición Regional contra el Tráfico de Mujeres y Niñas en América Latina y El Caribe (CATWLAC), comentó a El Diario/La Prensa, en entrevista telefónica, que los “padrotes” de Tlaxcala aún recurren al matrimonio para enganchar a sus víctimas, pero pocos las mantienen en burdeles establecidos.

Ulloa, nominada al Premio Nobel de la Paz en 2005, apuntó que los proxenetas usan el “delivereo” para operar bajo el radar de las autoridades. El delivery (entrega) es un método común de prostitución en el área triestatal.

“La entrega de mujeres a domicilio burla la acción de las autoridades. Si los tratantes se mantienen sobre ruedas es menos probable de que un operativo los sorprenda”, apuntó Ulloa. “Sabemos que las tarifas dependen de tan lejos se encuentra el cliente”.

Al llamar a un anuncio que solicita “chicas de buena precensia” [sic], la voz femenina al teléfono explica cómo funciona el negocio. Las candidatas deben presentarse en una dirección en Queens, en donde serán recogidas por una van que las transportará a Nueva Jersey. El conductor del vehículo es el encargado de cobrar por el servicio al cliente: $40, la mitad para la casa.

“Cuando termines el día, él te va a dar tu paga”, explica la mujer, que se identificó como Rosie. “Él te va a llevar y traer. Te puede recoger en un lugar cerca de tu casa. Siempre tienes que verte bien bonita y arregladita, para que gustes. De ti depende si quieres ganar bien”.

Las bandas de tratantes de Tenancingo alcanza niveles de organización vertical.

“En la cabeza están los proxenetas, que reclutan a las mujeres en México y las cruzan por la frontera con la protección de los cárteles de la droga”, dijo Ulloa.

Luego del padrote están los administradores del negocio. De acuerdo con Ulloa, los proxenetas están en tránsito constante entre Estados Unidos y México, dejando el control de los ingresos comúnmente a familiares. En la cadena, siguen los conductores o “delivery”, que transportan a las víctimas, y que también sirven de guardaespaldas y cobradores del servicio. El último eslabón son los repartidores de las “chicas card”.

Ulloa destacó que el destino común de los tratantes de Tenancingo es Nueva York; sin embargo, las víctimas también son prostituidas en áreas agrícolas y suburbios de Atlanta, Florida y California.

Gerardo Izzo, vocero del Consulado General de México en Nueva York, comentó que, del 1 de enero de 2010 al 13 de febrero de 2014, se registraron -en el Sistema Integral de Protección Consular (SIPC)- 7 casos de trata laboral y 22 casos de trata de personas.

“Creemos que debe haber más, pero no han pasado por el consulado”, dijo Izzo ante la falta de denuncia.

(Zaira Cortés)

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