Por una prosperidad compartida

El crecimiento actual, y futuro, de la economía mexicana es muy bueno para Estados Unidos

Los últimos 20 años han sido sorprendentes en términos de la modernización de la economía mexicana.

Los últimos 20 años han sido sorprendentes en términos de la modernización de la economía mexicana. Crédito: Archivo / EFE

Visión empresarial

Han pasado 20 años desde la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte y a través de distintas partes del mundo se percibe a México como un lugar de oportunidades.

La apertura económica y política le sentó bien a México: hoy es un líder global en exportaciones, que representan casi una tercera parte de su PIB, con lo que atrae un flujo importante de inversión externa enfocada a distintas industrias como la automotriz, la electrónica y la aeronáutica.

El comercio anual de bienes y servicios entre Estados Unidos y México suma más de 500,000 millones de dólares. De acuerdo con un estudio relativamente reciente del Woodrow Wilson Center, México es el segundo destino para las exportaciones de EEUU y la tercera fuente de sus importaciones. Esta explosión del comercio bilateral implica que seis millones de trabajadores en Estados Unidos dependen de nuestra relación comercial.

No obstante, en pláticas sostenidas con distintas audiencias y líderes empresariales y políticos de los Estados Unidos, expresé que nuestra relación debe evolucionar. Más allá del libre comercio, debemos hallar formas de profundizar los vínculos para beneficio de ambos países. Una reforma migratoria integral sería un buen comienzo.

Si los bienes, los servicios, las ideas y los capitales pueden cruzar libremente nuestras fronteras, ¿cuál es la razón para que la gente, que es la verdadera fuente de riqueza, no pueda hacerlo? Si lo pensamos desde este punto de vista, realmente encontramos que la situación migratoria actual es absurda.

Recientemente tuve el gusto de recibir a una delegación comercial encabezada por el alcalde de Los Ángeles, mi amigo Eric Garcetti. En este destacado grupo de empresarios hallé un fuerte interés por las oportunidades que México representa para sus negocios. Ellos saben que en las siguientes dos décadas, esta economía tiene la oportunidad de dar un salto notable hacia el desarrollo gracias a la juventud de su gente, la consolidación gradual de una clase media y los cambios recientes en el marco legal que tienden a potenciar una verdadera revolución en distintas industrias, especialmente las de telecomunicaciones y energética, que por décadas han sido capturadas por poderosos monopolios.

Comparto plenamente este entusiasmo sobre lo que México puede lograr en las próximas dos décadas, pero no debemos ignorar los enormes retos que aún enfrentamos. Destacan dos: la debilidad del imperio de la ley y la baja productividad en el sector informal de la economía, de hecho ambos problemas tienden a reforzarse mutuamente. Esto lo documentó muy bien McKinsey Global Institute en un estudio reciente. Gran parte de la solución a nuestros problemas se sustenta en un verdadero cambio cultural.

Los últimos 20 años han sido sorprendentes en términos de la modernización de la economía mexicana, pero las próximas dos décadas deberán ser aún más impresionantes. Esto es excelente para México, pero también es muy bueno para los Estados Unidos. Debemos considerar que la prosperidad compartida es la mejor de todas.

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