Quien tenga duda de los buenos sentimientos que puede inspirar un perro en un ser humano, tiene que conocer la historia de Christina Summitt y su can.
La mesera de Holiday Inn en Clinton, Nueva Jersey, obtuvo $1,000 de propina, luego de compartir con una pareja de clientes la historia de Tucker, mezcla de Gran Danés y Labrador.
Como parte de la conversación, Summitt (37), quien colabora con grupos protectores de animales, les contó que estaba preocupada porque debía someter a su perro a una operación que costaba $2,700, ya que se tragó una bola de tenis.
Pero grande fue la sorpresa de la mesera cuando, tras entregarle la cuenta de $80 a la pareja, recibió a cambio una propina de $1,000.
“Empecé a temblar, no podía respirar. ¿Cómo puede haber tres ceros aquí?”, relató la mujer a New York Daily News.”Es una locura. No podía creer que alguien pudiera hacer algo así”, agregó.
Summit indicó que, aunque intentó devolverles el recibo, éstos se negaron a cambiar la cantidad.
Gracias al acto desinteresado de estas personas, hoy Tucker se recupera satisfactoriamente de la intervención quirúrgica a la que fue sometido el domingo.
A pesar de que los consumidores están cada vez menos propensos a dejar cantidades grandes de propinas, el caso de esta empleada no es único. En diciembre pasado, medios reseñaron la historia de un desconocido que dejaba sumas de entre $1,000 a $10,000 en restaurantes y bares en varios estados de Estados Unidos. Cada uno de los recibos tenía estampada la etiqueta @tipsforjesus (en referencia a su cuenta en Instagram) junto a la firma incomprensible del generoso cliente.
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