Olvídate del dolor crónico

Un enfoque multidisciplinario puede ayudarte a aliviar el dolor derivado de diferentes padecimientos.

No tienes que vivir con el dolor. Puedes combatirlo.

No tienes que vivir con el dolor. Puedes combatirlo. Crédito: Fuente imagen: Dolor por Tina Franklin, disponible bajo Licencia de Atribución en http://www.flickr.com/photos/97481684@N08 / 13769050813/

Se estima que un tercio de la población de Estados Unidos sufre de dolor crónico. Según un reporte de 2011 elaborado por el Institute of Medicine esa cifra es mayor al conjunto de personas afectadas por enfermedades del corazón, cáncer y diabetes.

Las causas comunes son lesiones de espalda, artritis, culebrilla o el daño nervioso derivado de la diabetes y los dolores posquirúrgicos. El dolor crónico representa el desafío de una transformación cultural para mejorar su prevención, diagnóstico y tratamiento.

El dolor tiene como función ser un sistema de alarma del cuerpo para advertir que algo anda mal. Ante una lesión o una enfermedad se liberan señales químicas que son enviadas al cerebro donde son interpretadas como dolor. El dolor te indica que debes hacer algo: si tocas una estufa caliente, las señales que emite el cerebro te indican que debes retirar la mano.

Sobrellevar el dolor puede ser lo más difícil de padecer artritis o alguna condición relacionada. Sin embargo, puedes aprender a controlarlo y reducir sus efectos sobre tu vida cotidiana.

Conocer el tipo de artritis o las características de la enfermedad que padeces te ayudará a encontrar el tipo de tratamiento adecuado para ti. Para aprender técnicas de control del dolor es importante comprender antes algunos conceptos.

Como hay diferentes enfermedades e, incluso, distintos tipos de artritis, por ejemplo, también existen distintos tipos de dolor. Hasta el dolor que padeces puede variar día con día. Para controlarlo es necesario entenderlo, ponerlo en el contexto de tu vida diaria y diseñar un plan personalizado para lidiar con él.

El plan debe adecuarse a ti, porque aquello que sirve para uno puede no ser útil para otro. Por esto, es posible que debas probar varios tratamientos hasta encontrar el que te funcione a ti.

  • Dolor agudo: indica que debes actuar. Por lo general su duración es breve: desde segundos a un par de semanas. Este dolor es limitado y se trata con medicamentos.
  • Dolor crónico: perdura por más tiempo, como el que acompaña a la artritis. Su tratamiento para aliviarlo no es sencillo y el control de la enfermedad que lo provoca no siempre ayuda. Algunas escuelas de medicina entienden que con el tiempo este tipo de dolor se convierte en una enfermedad en sí misma y su tratamiento se vuelve más complejo.

Como el dolor afecta en todos los aspectos de tu vida, para controlarlo y aliviar los síntomas es necesario un enfoque multidisciplinario que incluye la participación de neurólogos, ortopedistas, anestesiólogos, oncólogos, fisiatras, enfermeras, fisioterapeutas y psicólogos o psiquiatras, entre otros. Tu médico te indicará por dónde comenzar e, incluso, muchos hospitales y clínicas cuentan con programas especiales para el tratamiento del dolor crónico.

La meta de estos programas es ayudar al paciente a recuperar su autonomía y mejorar su calidad de vida. Las técnicas de control del dolor ayudan a reducir el padecimiento y también pueden incluir:

  • Control del dolor crónico con medicamentos de venta libre o bajo receta. También con antidepresivos recetados que incrementen la presencia de un neurotransmisor llamado serotonina, efectivo en el control del dolor. Bloqueo nervioso y anestesia local.
  • Fisioterapia y ejercicios para reducir las contracturas, la espasticidad y la inflamación de las articulaciones. Aplicaciones de calor y de frío ayudan a reducir la rigidez y el dolor. Además, en algunos pacientes se utiliza la electroestimulación.
  • Psicoterapia, terapia de grupo y terapias del comportamiento.
  • Control del estrés y entrenamiento para la relajación como meditación e hipnosis.
  • Terapias alternativas como la acupuntura.

Siempre consulta a tu médico para obtener más información y conocer cuáles son los tratamientos adecuados para ti.

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