Proyectando fantasías alrededor del mundo

La artista Laila Cabrera crea un lugar mágico en el Lower East Side

La artista visual Laila Cabrera crea obras originales con el vidrio.

La artista visual Laila Cabrera crea obras originales con el vidrio. Crédito: SUMINISTRADA

Por un momento, se está en el mar abierto en compañía de medusas, peces y otras criaturas. Luego, caminando en la polvorienta superficie lunar, llena de cráteres y fisuras. Después, el entorno se vuelve cavernoso, predomina el rojo y lumínicas llamaradas devoran el lugar. Pero no es el océano, ni la luna ni el infierno: Es el Lower East Side, más precisamente Dixon Place, un pequeño teatro sobre la calle Chrystie que Laia Cabrera transformó en un lugar mágico durante la puesta de Cosmicomics, una pieza basada en la novela de Italo Calvino.

“Intervinimos el suelo y el fondo”, comenta esta española recordando cómo obró semejante mutación valiéndose de animaciones, cámaras que proyectaban en vivo los movimientos de los actores sobre las paredes y paneles móviles.

El primer paso, explica, es siempre evaluar el espacio donde se desarrollará el espectáculo. Laia lo recorre de punta a punta: ¿Cuántas filas de asientos hay? ¿Cuántas plantas tiene el lugar? ¿Cuántas ventanas? Revisa los planos y le abre la puerta a su imaginación. “Es clave que mi fantasía sea viable técnicamente; es mi mayor desafío”.

Luego de largas sesiones de brainstorming junto a su socia y roommate, la francesa Isabelle Duverger, Laia se anima a todo. “Creo sin un corset. Utilizo elementos del cine porque es mi formación pero me salgo de lo tradicional”. Con su video instalación Shifting Gaze convirtió Times Square en una gigante plataforma multimediática donde los neoyorquinos reflexionaron en 360 grados sobre las elecciones, el deseo y la memoria, tres temas que la obsesionan. Muy pronto rumbeará a Italia donde proyectarán imágenes y animaciones sobre el Tempietto di Bramante, un imponente monumento renacentista en el corazón de Roma. “llevamos las maletas cargadas de proyectores y el montaje nos llevará dos semanas”.

Laia llegó a NY en 1997 buscando un terreno más fértil que Barcelona para sus experimentos visuales. “En aquella época, allá, me miraban como bicho raro. Aquí todo era interdisciplinario; los artistas colaboraban unos con otros y se respiraba libertad y aventura”.

La Gran Manzana, ciudades en Europa y Latinoamérica se convierten así en sus salas y Laia proyecta sus videos –la mayoría filmados por ella misma- en fachadas de edificios de todo tipo, altura y material. “Mucha gente ve vidrio y huye. Para mí, es todo lo contrario, no paro hasta encontrar cómo plasmar lo que imagino”.

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