Cómo prevenir la esclerosis lateral amiotrófica

Se trata de una enfermedad silenciosa, progresiva e incapacitante.

La ELA se manifiesta principalmente en hombres mayores de 50 años.

La ELA se manifiesta principalmente en hombres mayores de 50 años. Crédito: IMG_2692 por Jorge Mejía peralta, disponible bajo Licencia de Atribución en http://www.flickr.com/photos/mejiaperalta / 9099740245/

La Esclerosis Lateral Amiotrófica no ataca a cualquier edad; lo hace en la adultez, principalmente en los hombres mayores de 50 años, aunque puede también afectar al público femenino. Según los investigadores, ataca de forma aleatoria sin causas aparentes, lo cual convierte a esta enfermedad degenerativa en una suerte de asesino silencioso. ¿Cómo protegernos entonces de algo que no podemos prevenir? La clave está en prestar atención.

El cuerpo siempre se manifiesta, y más aún cuando algún desorden lo invade. Si bien la causa específica de la ELA no ha sido descubierta, se conoce que los pacientes que la padecen sufren una deficiencia en el factor de crecimiento nervioso o un exceso de un neurotransmisor, denominado glutamato. Ambas situaciones son o por la infección de un virus o por la intoxicación por metales pesados, combinados con el envejecimiento, hacen aparecer la Esclerosis Lateral Amiotrófica.

La Esclerosis Lateral Amiotrófica tiene la particularidad de manifestarse de manera esporádica. No es un dolor constante, ni tampoco la afección permanente de un órgano; sin embargo, es progresiva. Suele iniciarse en una extremidad superior y extenderse, lo que genera una debilidad muscular que es acompañada con pérdida de coordinación. Con ello, se pierde la posibilidad de realizar acciones tan comunes y habituales, como levantar un objeto o masticar y tragar.

Con el avance de la enfermedad, cada vez más músculos se ven afectados. El paciente puede sufrir fuertes calambres, perder la movilidad propia y tener trastornos en el habla. La falta de coordinación se nota cuando intenta apenas balbucear una palabra. Sin embargo, no perderá su estado de lucidez ni su capacidad intelectual, por lo que es consciente del avance de su enfermedad, y puede caer en un pozo depresivo.

Antes de diagnosticarla, el médico somete al paciente a un riguroso examen clínico. Primero, se elabora el historial de su enfermedad y de la aparición de los síntomas; luego, un examen físico, para evaluar la fuerza, la resistencia y los reflejos. La prueba final que confirma la presencia de ELA es el electromiograma, que utiliza electrodos para medir la afectación neurológica de cada uno de los músculos.

A partir de allí, no hay alternativa que empezar un exhaustivo tratamiento. Como es una enfermedad degenerativa, empeora con el tiempo sin posibilidad de revertirse, pero sí de aletargarse. En particular, se suministran aquellos medicamentos que bloquean la producción de glutamato, y otros para tratar los síntomas de manera diferenciada. Ello se combina con rehabilitación y fisioterapia permanente, para mantener activos los músculos. ¿Estás atento a lo que indica tu cuerpo?

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