Primera ejecución en EEUU tras fiasco en Oklahoma
Marcus Wellons murió por inyección letal en Georgia, es la primera ejecución en el país desde la polémica aplicación de la pena de muerte a un preso de Oklahoma
Washington.- Las autoridades del estado de Georgia llevaron a cabo el martes la primera ejecución en el país desde la polémica aplicación de la pena de muerte a un preso de Oklahoma (centro) a finales de abril.
Además, las autoridades de Misuri ejecutaron a otro reo una hora más tarde de que lo hicieran las de Georgia y después de que el Tribunal Supremo de EEUU rechazara las peticiones de clemencia en ambos casos.
El preso ejecutado en Georgia era Marcus Wellons, de 59 años, que falleció poco antes de la medianoche del martes en un centro penitenciario de la localidad de Jackson al administrársele una inyección letal con una sola droga, informó el diario local Atlanta Journal-Constitution.
Su ejecución es la primera en EEUU desde el 29 de abril, cuando la aplicación de la pena de muerte al preso Clayton Lockett en Oklahoma se alargó 40 minutos tras la inyección de la combinación letal, lo que prolongó el sufrimiento del reo, que acabó muriendo de un ataque cardíaco.
Poco antes de las ejecuciones del martes, el Tribunal Supremo negó la petición de clemencia de Wellons y del reo de Misuri John Winfield, cuyos abogados argumentaban que necesitaban más información sobre los componentes de la droga utilizada en la inyección letal para determinar si podían causar una muerte indigna a su cliente.
Wellons, condenado a muerte por violar y asesinar en 1989 a una niña, es el primer ejecutado en Georgia tras la aprobación de una ley estatal que protege la identidad de la fuente de la que procede droga para la inyección letal.
Tras los problemas surgidos en la muerte de Lockett, que provocó una gran polémica nacional y reabrió el debate sobre la pena de muerte, el presidente Barack Obama ordenó al secretario de Justicia, Eric Holder, un “análisis” de los métodos con los que se aplica esa sentencia.
Alrededor de una hora después, las autoridades de Misuri ejecutaron a Winfield, sentenciado a muerte en 1998 por asesinar a su hermana y a otra mujer en un ataque de celos con su exnovia, a la que también disparó y dejó ciega en 1996.
A Winfield, de 46 años, también se le administró una inyección letal de un solo fármaco.
Durante años, la mayoría de los estados de EEUU utilizaron una combinación estándar de tres medicamentos para la inyección letal: un anestésico o barbitúrico (habitualmente pentotal sódico o, en su defecto, pentorbital), un agente paralizante (bromuro de pancuronio) y un electrolito que detiene el ritmo cardíaco (cloruro de potasio).
Pero ese escenario cambió en 2011, cuando la estadounidense Hospira, que proporcionaba el pentotal sódico (que entonces era el anestésico utilizado por los 32 estados que aplicaban la pena capital), detuvo la producción.
Poco después la Comisión Europea prohibió la exportación de productos para ser usados en inyecciones letales, en su intento por “acabar con la tortura y la pena de muerte” en el mundo, con lo que a las cárceles estadounidenses se les cerró la alternativa europea.
Desde entonces, a medida que se les han ido agotando las existencias de inyecciones letales, los estados han probado nuevas fórmulas, lo que ha generado complicaciones en varias ejecuciones en lo que va de año.
Tanto Georgia como Misuri han optado por aprobar leyes que les permiten mantener en secreto la composición de la droga que emplean para la inyección letal.