Contradicciones con los niños migrantes

Los niños migrantes deberían ser bienvenidos como refugiados

La crisis humanitaria desatada por la llegada de miles de niños centroamericanos a la frontera del sur oeste de los Estados Unidos ha puesto en evidencia una vez más la hipocresía y las contradicciones de la política exterior estadounidense al pretender deportar a sus países de origen a los miles de niños que huyen de la pobreza, de la violencia generada por las pandillas y los carteles de las drogas que actúan en El Salvador, Honduras, Guatemala.

A estos niños debería dárseles el estatus de refugiados, y no enviarlos a un futuro donde para sobrevivir tendrían que unirse a las pandillas, o terminar trabajando como mulas o sicarios para los carteles del narcotráfico, o caer víctimas de la trata de blancas y la explotación sexual. La posición ha tomado la administración de Obama es errónea, al no reconocer las raíces del problema, las fuerzas que empujan a miles de padres y madres en un acto de desesperación al enviar a sus hijos solos en una travesía tan peligrosa, o al emprender ellos mismos esa travesía con menores de edad, a quienes no pueden garantizarles su integridad física en el camino.

Al ver la reacción de un sector minoritario de los habitantes de la pequeña ciudad de Murrieta, California, y la acción visceral organizada por los Minutemen y otros grupos xenófobos radicales, al lanzarse cual lobos hambrientos y rabiosos sobre los autobuses que transportaban a niños, que por cierto no iban a un hotel cinco estrellas, sino a ser reseñados en un centro de detención federal, para iniciar un proceso de deportación rápido. Estos niños ya habían sufrido lo indecible en el trayecto desde Centro América hasta llegar a la frontera sur de Estados Unidos. Cabe la pregunta dónde está la humanidad de estas personas, si es que podemos catalogar de humanos, a quienes, se ensañan contra criaturas, víctimas de la política exterior de los Estados Unidos, y la complicidad de políticos, policías y jueces corruptos al sur de la frontera.

La administración de Obama, y quienes que apoyan la deportación rápida de estos niños, y se niegan a darles el estatus de refugiados, olvidan que hay un precedente histórico de 1961 a 1964, donde este país recibió aproximadamente a 14 mil niños cubanos, en lo que se conoció como la operación Peter Pan. La propaganda era que la Cuba comunista liderada en ese entonces por Fidel Castro arrebataría de las manos de sus progenitores a estos niños, miles de padres y madres enviaron a sus hijos a Miami, en una operación orquestada por la CIA con el apoyo logístico de la iglesia católica de los Estados Unidos. Estos niños no llegaron en balsas sino en aviones, la similitud con los actuales niños provenientes de Centro América, es que los niños cubanos también viajaron solos sin la compañía de sus padres.

Aunque a Fidel Castro se le ha acusado de muchas cosas, nunca se ha probado que su gobierno usara niños como mulas para transportar drogas, o que los vendiera en el mercado de trata de blancas, o de que fueran asesinados por bandas armadas, algo que ocurre rutinariamente con miles de niños Centro Americanos. Al contrario, de acuerdo a estadísticas de la ONU los niños cubanos gozan de un nivel de seguridad social básico, como acceso a la educación, alimentación, y salud.

Los documentos desclasificados de la CIA indican que la operación Peter Pan fue un teatro orquestado por el Departamento de Estado en el contexto de la Guerra Fría con la extinta Unión Soviética y por extensión con la Cuba de Fidel Castro.

A los niños Peter Pan se les recibió con los brazos abiertos, se les colocó en hogares adoptivos o con familiares. El gobierno invirtió millones de dólares para darles acceso a la educación, salud, y programas de seguridad social.

A los niños provenientes de Centro América se les recibe como a criminales. Se les encarcela en jaulas como si fueran perros, no sin antes ser hostigados por hordas extremistas, impulsados por la xenofobia, el odio, y la falsa premisa de una “raza superior” amenazada, con la llegada de niños color piel morena, ojos negros y pelo indio, portadores de “enfermedades” a quienes hay que enviar de vuelta al infierno de donde salieron, no sin antes asegurarnos que experimentan el desprecio y la humillación.

La operación Peter Pan ha quedado en la historia como la mayor manipulación de niños para beneficio de la política exterior de los Estados Unidos, mientras que la tragedia de los niños refugiados Centro Americanos que siguen llegando a la frontera sur, nos está mostrando la naturaleza hipócrita y las contradicciones de la política exterior Estadounidense.

También reafirma la necesidad de reformar un sistema migratorio disfuncional que es usado en campañas electorales tanto por demócratas como por republicanos para avanzar sus agendas partidistas. Por otra parte nos muestra la falta de humanidad y compasión de muchos a quienes se les olvida la historia de emigración de sus propios antepasados desde Europa.

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