“Pensé que no iba a volver a ver a mi mamá”

El número de menores centroamericanos detenidos en la frontera aumenta

Silvia abraza a su hijo,  al  que pudo traer de un centro de menores en Florida.

Silvia abraza a su hijo, al que pudo traer de un centro de menores en Florida. Crédito: Cristina Loboguerrero

A sus escasos 12 años, Víctor ha experimentado ya el castigo del encierro. Sus grandes ojos negros se iluminan cuando habla del reencuentro con su mamá, pero su rostro se entristece al recordar lo vivido en un frío e inhumano albergue de inmigración en Texas.

Con un pequeño morral cargando lo necesario y con la ilusión de volver a ver a su mamá, que emigró a Nueva York en 2006, Víctor salió de Guatemala el 30 de mayo pasado. Lo acompañaba un conocido de su madre. Durante los seis días que les tomó llegar a la frontera, el viaje transcurrió con normalidad. Ya en territorio estadounidense fueron detenidos por Inmigración, que envió al niño a un centro de internación en Weslaco, Texas.

“Pensé que no iba a volver a ver a mi mamá”, dijo Víctor con lágrimas en los ojos.

Con voz muy baja y como queriendo no hablar del tema, recordó lo vivido durante los siete días que pasó en el albergue con otros 54 menores. “No podíamos bañarnos, nos daban poca comida, hacía mucho frío y nos quitaban los suéteres”, dijo. Agregó que no pudo dormir porque la luz siempre estaba prendida y el llanto de sus compañeros no cesaba durante toda la noche.

Para la madre del niño, Silvia Rendón (31), también fue una agonía. “Durante cuatro días no supe nada de mi hijo, hasta que me llamaron del albergue en Texas”, dijo la mujer.

Trabajando en limpieza, Rendón logró juntar los $4,000 que necesitaba para pagar el viaje de su hijo, que había dejado al cuidado de su abuela.

El auge de pandillas que obligan a los adolescentes guatemaltecos a unírseles fue determinante para que Silvia decidiera traer a Víctor. “Hice todo lo que pude para que viniera seguro, pero no imaginé todo lo que le ocurrió en Texas”.

El niño fue trasladado de Texas una casa hogar en Miami, Florida, en la que dijo fue tratado muy bien y a donde su mamá lo pudo ir a buscar hace 15 días. Su caso está ahora en revisión en una corte juvenil de inmigración.

El menor quiere aprender inglés e ir a la escuela. Lo que más le gusta de su nuevo hogar es “estar con mi mamá”.

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