Los perros al poder

Conoce el can de un político y le conocerás su carácter

Los canes también hacen patria.

Los canes también hacen patria. Crédito: Morguefiel

Papeles

Dime qué mascotas tienes y te diré cómo gobiernas. En Colombia elegimos el mismo día presidente y primeros perros. No sólo el presidente Juan Manuel Santos estrenó reelección el jueves 7 de agosto, cuando se conmemora el triunfo del ejército patriota contra el ejército español. Las dos mascotas de Santos comerán gratis su concentrado en los próximos cuatro años.

En las democracias reelegimos amigos y sobre todo enemigos del mandatario que tendrán que madrugar a odiar al que se quedó con los puestos y el presupuesto que eran para él.

Los perros de la familia presidencial son Julio, un pug, y Nicanor, bulldog, feo como un buldózer. Dieron ejemplo de civilidad y salieron a votar en la segunda vuelta. Los canes también hacen patria. (Ahora, si el amo termina pareciéndose a su perro, lo siento por el presidente Santos. Menos mal el asunto no es al revés).

El pug o carlino es originario de China. Es una de las 30 razas más populares del mundo. No odian, no pasan cuentas de cobro, no traicionan, no roban, no imploran la casa por cárcel.

El bulldog es de origen británico como las novelas de detectives (Conan Doyle), el misterio (Agatha Christie) y el suspenso (Hitchcock). Por esos motivos, su principal característica es que perdonan y enciman olvido.

Por esta ecuación se está rigiendo el diálogo de paz en La Habana entre el gobierno y la vieja y violenta guerrilla de las Farc. Santos les advirtió en su discurso de posesión: o dejan de cometer atropellos contra la población civil o les ordena a sus negociadores que regresen a casita.

Todos sabemos que jamás hubo química, física, ni trigonometría, nada, entre el presidente Santos y su vicepresidente Angelino Garzón. El uno era la oposición del otro.

Eran alfiles de tan distinto color político que sus mascotas nunca se entendieron. No sólo porque perro no come perro sino porque a Garzón, no le dejaron llevar su perro Orión, como embajador alterno en Brasil, adonde había sido nombrado. El país quedó como el sur de las vacas cuando van pa’l norte, pero no importa.

Lola Vargas, pastora alemana, es el nombre del perro del vicepresidente Germán Vargas Lleras y su esposa Luz María Zapata, la bella, quien con una mirada suaviza el genio de su marido.

Lola, Julio y Nicanor, ya iniciaron el empalme. Anatómicamente, no están hechos la una para los otros pero se entendieron en sus primeros encuentros.

Hasta hoy, tal vez no ha habido mascota más taquillera en Colombia que Lara, el dálmata del presidente López. Los caricaturistas se dieron un banquete con este perro vestido de vaca.

En otros países, los perros, por supuesto, también tienen su historia.

Para el presidente Truman, de Estados Unidos, los niños y los perros son tan importantes para su país como Wall Street y el ferrocarril

Bo se llama el perro de aguas del presidente Obama. Y su antecesor, George Bush, utilizó su mascota, Millie, para despistar al enemigo. Lo sacó a los Jardines de la Casa Blanca a hacer pipí en vísperas de que ordenara lluvia de bombas sobre Irak.

Millie prometió que si el presidente se volvía a atragantar cuando comía pretzelts (galletas insípidas) y veía televisión al mismo tiempo, no les avisaría a sus escoltas para que lo salvaran. No tuvo tiempo de cumplir su amenaza. Los perros, como las leyendas, también mueren.

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