Colombiana del CICR narra sus vivencias en la Franja de Gaza

Erika Patricia Tovar relata los dolores de los civiles, las angustias de los voluntarios humanitarios y la sonrisa inocente de los niños en medio de la guerra

La labor humanitaria se dificulta en las zonas devastadas.

La labor humanitaria se dificulta en las zonas devastadas. Crédito: EFE

Erika Patricia Tovar, es una colombiana que apoya en la franja de Gaza el trabajo del CICR, y desde allá relató los dolores de los civiles, las angustias de los voluntarios humanitarios y la sonrisa inocente de los niños en medio de la guerra.

“La peor situación para una persona que trabaja tratando de ayudar a otros es no poder ayudarlos. En general ha sido muy difícil no poder brindar ayuda o protección a la población durante los combates”, contó Erika Patricia, quien integra el equipo de comunicación del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR).

La comunicadora tiene como base Jerusalén y desde la capital de Israel intercambio sus vivencias como trabajadora humanitaria con el corresponsal de Notimex en Colombia, a través del correo electrónico.

Los habitantes de la zona en conflicto lo que más esperan es la ayuda de los organismos humanitarios, y en este caso del CICR, es por eso lo difícil que ellos logren entender “que nosotros también podemos ser víctimas, sobre todo cuando sus familiares mueren o sus casas son derribadas y están desconsolados y con miedo”.

“Las personas se preguntan qué hacemos ahí y nos reclaman. Si nosotros salimos heridos o morimos durante una misión ¿cómo vamos a brindarles ayuda? “, es la reflexión de Erika Patricia.

Es difícil brindar esa asistencia -reiteró- inclusive cuando han parado los combates porque moverse entre los escombros y donde hay cables de electricidad en el piso o explosivos sin detonar es muy peligroso”.

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Recordó dos historias de pacientes que fueron evacuados al este de Jerusalén y que pueden ilustrar un poco lo que estas familias están viviendo en la Franja de Gaza y quienes se encuentran en medio de la confrontación entre las tropas del gobierno de Israel y Hamas.

Una familia que “perdió su casa por explosiones cercanas corrieron en búsqueda de un refugio para protegerse y en el camino fueron heridos por un misil que impactó muy cerca. Murieron tres y resultaron heridos seis de la misma familia. El niño de sólo tres años de edad y su padre perdieron una de sus piernas, mientras que la madre quedó con amputación de los dos miembros inferiores”.

“Otro caso muy triste -subrayó- es el de otra familia que tras el daño de su casa fueron a quedarse a la casa de la suegra, que luego fue impactada por un ataque. Murieron seis niños y la madre de otros tres. Una de las niñas de nueve años que sobrevivió sufrió múltiples fracturas en todo el cuerpo”.

El corresponsal de Notimex preguntó: ¿Hay espacio en Gaza para una sonrisa de su gente, para los niños y ancianos que son los más vulnerables de esta guerra al otro lado del océano?.

“Sí lo hay -respondió- los niños son increíblemente inocentes y para ellos el hecho de que haya un cese al fuego y puedan salir a jugar y ver a sus amigos ya es un motivo de sonrisa”.

Esos cortos periodos de cese al fuego bilateral permiten, por ejemplo, que los “adolescentes se reencuentran después de un mes de estar en diferentes sitios sin saber los unos de los otros… el saber que están vivos ya es motivo para sonreír para muchos en Gaza.

Erika Patricia, antes de viajar a Jerusalén, cubría para el CICR la zona sur-occidental de Colombia, que es una de las regiones más afectadas por el conflicto armado colombiano.

“En Colombia son varias las generaciones que hemos vivido el conflicto armado. He visto muerte, heridos, casas dañadas, personas con afectación psicológica, etc, pero el nivel de destrucción y dolor que se ve en Gaza es incomparable con cualquier situación que haya visto antes”, enfatizó.

Los que “trabajamos en el CICR -agregó- podemos decir que lo hacemos porque realmente nos gusta la labor humanitaria. No es fácil ver tanto dolor, el sufrimiento de la gente golpeada por el conflicto”.

Padres que tienen que enterrar a sus hijos, o familiares de desaparecidos que nunca cierran el capítulo y año tras año siguen celebrando sus cumpleaños o les sirven la comida diaria, etc. son situaciones que lo van marcando a uno”.

(…) A veces puede ser desesperanzador pero también ves las más increíbles señales de humanidad entre la gente que sufre y aprendes mucho. No creo que alguien que haga este tipo de trabajo salga ileso. Te golpea pero te llena poder vivir de hacer algo por otras personas cuando lo necesitan”, añadió.

Un día en el CICR nunca se sabe cómo va a ser. Los conflictos son impredecibles, pasan cosas todos los días que te cambian una planificación, tus prioridades en el trabajo pueden cambiar día a día y siempre hay algo por aprender”.

En las respuestas de Erika Patricia al cuestionario de Notimex, se percibe en cada letra, en cada coma o interrogante: dolor, lágrimas que no se ven, pero a la vez la esperanza que los niños de la Franja de Gaza, puedan jugar y sonreír sin que les caiga bombas y misiles d uno u otro bando.

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