Cilic y Nishikori protagonizarán una final inédita en el US Open

El escenario menos previsto por propios y extraños por fin se dio y Djokovic y Federer tendrán que ver la gran final del Abierto de Estados Unidos en las tribunas o por televisión

Marin Cilic hizo 'la chica' al vencer a Roger Federer.

Marin Cilic hizo 'la chica' al vencer a Roger Federer. Crédito: EFE/EPA / JOHN G. MABANGLO

NUEVA YORK.– “A esta altura del torneo, todo puede suceder, cualquiera puede ganar”, decía el argentino Dante Bottini a LA NACION, horas antes de que su pupilo, Kei Nishikori, jugara la primera semifinal de Grand Slam de su carrera contra Novak Djokovic, el número 1 del mundo. Sonaba muy optimista de cara a semifinales con dos expertos en torneos grandes (Nole y Federer) frente a dos novatos como el japonés y Marin Cilic.

El US Open aguardaba desde hace dos semanas una final entre Djokovic y Federer, pero el tenis ha demostrado, más de una vez, que la lógica queda al margen de los courts. Y el sábado de semifinales deparó ya no una, sino dos sorpresas tanto o más inmensas que el Arthur Ashe. El estadio más grande del mundo de las raquetas asistió a dos impactos: primero, Nishikori se convirtió en el primer japonés en llegar a una final de Grand Slam al superar por 6-4, 1-6, 7-6 (4) y 6-3 a Djokovic; a continuación, Cilic derrumbó el sueño del 18º Grand Slam de Federer, con un rotundo triunfo por 6-3, 6-4 y 6-4 sobre el ex número 1 del mundo. Entonces, el último Grand Slam de la temporada verá nacer a un nuevo campeón de Grand Slam. Una definición también llamativa porque, después de 9 años, o 38 Majors (Australia 2005, con Hewitt y Safin), no estarán ni Federer, ni Nadal, ni Djokovic, ni Murray. Será muy extraño ver una final sin ningún integrante del top 4 que marcó la última década; el tiempo dirá si sólo se trató de un descanso, o este US Open 2014 marcó el principio del fin de un dominio hegemónico.

Tanto ganaron Federer y Djokovic en los últimos años, que el mundo se acostumbró a verlos festejar casi siempre. Ellos, como Nadal, como Murray en menor medida, hicieron normal lo que nunca fue normal: ganarlo casi todo, en un deporte de altísima competitividad. Se potenciaron, mejoraron, lucharon entre ellos, cada uno con su estilo, y se hicieron casi inalcanzables. Por eso eran los grandes favoritos aquí. Aunque surgieron algunas señales de alerta. Tras ganar Wimbledon y casarse, Djokovic jugó mal en Toronto y Cincinnati; arrasó en las primeras ruedas en Nueva York, pero Murray desnudó que su margen de errores era muy elevado. Federer, por el contrario, había tenido excelentes desempeños en la gira norteamericana. Y su andar de crucero le alcanzó hasta los cuartos de final, cuando Monfils lo tuvo a tiro. El francés dilapidó dos match-points y Roger remontó con épica, aunque ya se le notaban las costuras al traje de superhéroe.

En el mediodía neoyorquino, con un calor de horno al máximo (35°), Nishikori construyó un triunfo con paciencia y tenacidad orientales. Bottini contó las claves: “Creyó en sí mismo y aplicó muy bien la táctica, que era jugarle por la derecha, y atacar con el revés paralelo”. Nishikori le ganó al cansancio –venía de ganar dos partidos en cinco sets–, al Nº 1 y al clima, porque minutos después de su festejo llegó un aguacero que postergaba la segunda semifinal. “Yo siempre le digo a Kei que tiene que creer en él, que esto no terminó y que puede ganarle a cualquiera. Siempre vi que tenía chances en este torneo; cada partido acá es durísimo, pero este año jugó muy bien, está preparado mental y tenísticamente”, amplió Bottini. Nishikori calcó lo dicho por su entrenador: “Esto no es tan sorpresivo para mí, estoy listo para enfrentar a estos rivales. Dante y Michael (Chang, contratado como asesor desde este año) trabajan bien juntos, y me ayudan”. Antes del torneo sufría por una lesión en un tobillo, pero en Nueva York alineó todos los planetas.

Después de la lluvia, Cilic entró a cumplir su parte de la historia. Como Nishikori, el croata, entrenado por Goran Ivanisevic, hizo los deberes en forma aplicada. Presionó con el servicio, martilló con la derecha sobre el revés de Federer, y cuando el suizo intentaba cortar ritmo y subir a la red, lo esperaba con un passing; por derecha, por el revés y por arriba. Federer buscó, pero no pudo cambiar el curso, ni pudo soportar los bombazos del croata; arrinconado contra el fondo, Roger no lastima. A diferencia de Monfils, Cilic no perdonó, y con un revés paralelo ganador, alzó los brazos y enmudeció a un estadio volcado por completo con el gigante suizo. “Es bueno para el tenis que haya nuevas caras, es algo refrescante. ¿Si esto marca el fin del Top 4. Ya dijeron lo mismo este año en Australia, y luego se vio quién ganó en Roland Garros y en Wimbledon. Yo no creo en eso. Creo que la gente seguirá disfrutando con los jugadores que han estado en los grandes partidos en los últimos tiempos”, dijo Federer.

Pero esta vez, Cilic y Nishikori destrozaron la lógica a raquetazos. Nueva York tendrá una definición sin un Top 10, la primera desde Roland Garros 2002 (Albert Costa-22°- a J. C. Ferrero-11°-), y la primera con novatos en finales grandes desde aquel Roland Garros 2005 en el que Nadal venció a Mariano Puerta. En la Gran Manzana, los “tapados” superaron al imperio. Con un último capítulo fuera de libreto, este Abierto de los Estados Unidos, donde todo era y es posible, también tendrá su lugar dentro de la historia.

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