Recuerdos de la muerte

Veterano hispano habla de su experiencia en zona de guerra en Afganistán e Irak

Actualmente el exsoldado Harold López  trabaja en un hotel en Manhattan.

Actualmente el exsoldado Harold López trabaja en un hotel en Manhattan. Crédito: Mariela Lombard

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Harold López (32) no puede hablar de su experiencia como veterano de Afganistán e Irak sin que le venga a la mente la imagen de sus compañeros muertos en combate. Sin embargo, es precisamente por sus vivencias durante ese tiempo que apoya la decisión del presidente Barack Obama de ampliar la campaña contra el grupo yihadista Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS)

López, nacido en Cali, Colombia, llegó a los 15 a Estados Unidos e ingresó al ejército a los 18; allí permaneció cuatro años. Casado, padre de dos hijos de 8 y 5 años, vive en Elizabeth, Nueva Jersey, y trabaja como jefe de mantenimiento de un hotel en Manhattan.

El exsoldado cree que el país debe embarcarse en este esfuerzo para evitar nuevos ataques terroristas en suelo americano, pero aclara que no estaría de acuerdo con el envío de tropas —algo descartado por ahora por el gobierno— por tiempo indefinido. “Son muchas las satisfacciones que uno tiene al pertenecer al ejército” dijo en tono orgulloso, al tiempo que agregó que “también son muchas las tristezas por las que uno pasa al estar alejado de la familia”.

¿Qué lo motivó a ingresar en el Army?

Escuché que ayudaban a pagar los estudios y yo quería estudiar algo.

¿Cuánto tiempo estuvo enlistado y en qué se desempeñó?

Serví desde el año 2000 al 2004 como especialista en mantenimiento de aires acondicionados.

¿Dónde estuvo asignado?

Desde abril a noviembre de 2003 serví en la base de Orgun, Afganistán, y entre marzo y septiembre de 2004 estuve en Irak, en una base limítrofe con Kuwait.

¿Cuál es el costo emocional para la familia del soldado que está asignado en una zona de guerra?

No es fácil. Por un lado, uno extraña mucho a la familia. En ese momento yo era soltero, pero como hijo único trataba de llamar a mi mamá tres veces por semana, para que no se preocupara. También le enviaba cartas; nunca escribí tanto como en esa época, le enviaba por lo menos cinco cartas por semana y le pedía que me enviara fotos. Eso me mantuvo fuerte.

¿Qué es lo que más lo impactó durante su estadía en Medio Oriente?

En julio de 2004 fui enviado a la base aérea de Balat, a 45 minutos de Bagdad, capital de Irak, para mantener un equipo de neveras en donde estaban los cuerpos de al menos 30 de mis compañeros caídos. Nunca olvidaré cuando me tocó ayudar a mover las bolsas negras. Fue muy triste. Aunque no los conocía, eran mis compañeros.

¿Cuál es la diferencia entre el entrenamiento y la experiencia real en combate?

Yo no estuve nunca en combate, pero cuando uno está en una zona de guerra debe estar siempre atento porque un descuido puede costarte la vida.

¿Qué recuerda de la población local con la que trató?

Los afganos eran mucho mas agradecidos y nos invitaban a sus casas. Los iraquíes no nos querían, y eso se sentía en el ambiente.

¿Observó la presencia de musulmanes radicales?

Sólo veía que oraban durante ciertas horas del día, pero no vi nada que tuviera que ver con el radicalismo.

¿Qué opina sobre el anuncio del presidente Obama de enviar tropas para entrenar a los iraquíes a luchar contra ISIS?

Está muy bien que se les preste ayuda, pero a los soldados debería de enviárselos por un determinado tiempo, no indefinidamente, porque tanto ellos como sus familias sufren al estar lejos.

Si sus hijos quisieran unirse al Ejército, ¿los apoyaría?

Definitivamente, porque vale la pena la experiencia

Ver más información en página 12

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