40 ‘DREAMers’ cumplen su sueño de volver a México

El grupo de jóvenes tenía una tarea concreta: reintroducirse a la cultura mexicana guiados por la Secretaría de Relaciones Exteriores, la cual les hizo la invitación para el viaje

DACA otorga un permiso con posibilidad de renovación para estudiar y trabajar por dos años a quienes demuestren haber llegado antes de 2011 sin haber cumplido los 16 y que sean menores de 30 años.

DACA otorga un permiso con posibilidad de renovación para estudiar y trabajar por dos años a quienes demuestren haber llegado antes de 2011 sin haber cumplido los 16 y que sean menores de 30 años. Crédito: Gardenia Mendoza Aguilar

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MÉXICO – Cuarenta muchachos aterrizaron en la capital mexicana. Tenían una o dos décadas sin volver al país desde que emigraron sin documentos a Estados Unidos a lado de sus padres y hasta que su lucha como activistas les dio la posibilidad de acogerse al programa federal de Acción Diferida (DACA).

DACA otorga un permiso con posibilidad de renovación para estudiar y trabajar por dos años a quienes demuestren haber llegado antes de 2011 sin haber cumplido los 16 y que sean menores de 30 años. Los beneficiados pueden salir y entrar de EEUU si tienen una misión en el exterior.

Y los 40 jóvenes tenían una tarea concreta: reintroducirse a la cultura mexicana guiados por la Secretaría de Relaciones Exteriores (cancillería) que, en una acción inédita, les hizo la invitación.

Después de pasearlos durante cinco días por las ruinas prehispánicas de Teotihuacán, por el convento de Acolman, por el campus de la Universidad Nacional Autónoma de México y el barrio de Coyoacán, Sergio Alcocer, subsecretario para América del Norte, uno de los huéspedes de cancillería preguntó “¿Qué podemos hacer por ustedes? ¿Cómo podemos aprovechar su preparación?”

En una mesa de retroalimentación, agradecimientos y recriminaciones con recuentos de daños por la pobreza, la inseguridad, el desconsuelo que expulsó a sus padres y los planes esperanzadores con los que ellos regresan.

Antes de exhortarlos a definir su futuro, el funcionario les dijo:

“Los presentes, jóvenes universitarios bilingües, de dos naciones, “son un potencial para los dos países”.

Érika Andiola, fundadora de Dream Act Coalition en Arizona, quien recientemente confrontó al congresista republicano Steve King (R-Iowa) por su posición antiinmigrante, no dudó en responder:

“En Estados Unidos nos empoderamos cuando entendimos el sistema político; en México también queremos que nos enseñen el sistema”.

“Detectamos cuatro identidades entre los jóvenes dreamers: los que se sienten sólo mexicanos, los que se asumen mexicoamericanos, los que dicen ser estadounidenses y los que no tienen identidad”.

Silvia Núñez, analista del Instituto de Estudios para América del Norte de la UNAM.

Nada de lo que ve en su paseo por la Ciudad de México es ajeno para Citlali Chávez. Aunque hace 23 años que no volvía al país para ella no hay diferencia con lo que vio en los libros, en los eventos culturales y las enseñanzas que ha tenido en Los Ángeles. “Allá se encargaron de que yo me sintiera 100% mexicana”, dice.

Érika Andiola baja del avión. Camina unos metros para presentar sus documentos a las autoridades migratorias y se topa con dos letreros que indican la fila que debe tomar para presentar sus papeles de ingreso al país: de lado izquierdo, los extranjeros; de lado derecho, los mexicanos.

“¿Qué soy yo?”, se pregunta. “Soy las dos”.

“Todos me miran y me doy cuenta de que no me reconocen como uno de ellos”, observa Cinthia Martínez. Ocurre en los “dos lados”, en Carolina del Norte, y en el Distrito Federal. “¿Cómo voy a sentir que pertenezco a alguna de las dos sociedades?”

César Vargas es neoyorkino. Allá creció rodeado de amigos de todo el mundo, italianos, griegos, caribeños. Allá se graduó en leyes y aprendió a amar el país que dio dignidad a su familia con un trabajo bien remunerado. “México es el país de mi madre”.

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