Son muchos días sin los hijos de Ayotzinapa (fotos)

Las familias cuentan los días separados de sus hijos desaparecidos; solo esperan

Los padres de estudiantes desaparecidos en Iguala mantienen reuniones para tratar de localizar a sus hijos.

Los padres de estudiantes desaparecidos en Iguala mantienen reuniones para tratar de localizar a sus hijos. Crédito: <copyrite>Fotos Gardenia Mendoza </copyrite><person>< / person>

AYOTZINAPA.- El tiempo tiene dos caras para las familias y amigos de los 43 estudiantes desaparecidos en Iguala. Para Antonio Santana, padre de uno de ellos, es lento y tortuoso “Que no nos den atole con el dedo: que nos digan si están vivos o muertos, pero ya”. Para el profesor “Raúl”, en cambio, 24 días son nulos sin justicia.

“Parece que fue ayer desde que les dispararon como a animales y no hay resultados que esclarezcan las cosas”, resume.

El pasado 26 de septiembre, un grupo de alumnos de la Normal Rural Isidro Burgos, de Ayotzinapa, regresaban a su escuela en autobuses de transporte público que raptaron en la vecina Iguala cuando fueron baleados por policías municipales y presuntos integrantes de Guerreros Unidos, una subdivisión del cártel los Beltrán Leyva, que supuestamente capitaneaban el alcalde José Luis Abarca y su esposa.

La cuenta de los maestros, estudiantes y la ciudadanía inconforme es que las pesquisas y promesas de justicia que impulsa el presidente Enrique Peña Nieto “carecen de valor” si los chicos no aparecen, sin la renuncia del gobernador, Ángel Aguirre, si Abarca continúa prófugo de la justicia y no se frenan los asesinatos que a diario ocurren en el estado.

Hasta la fecha, la Procuraduría General de la República (PGR) tiene en proceso judicial por los hechos en Iguala a 22 policías de Iguala, 14 de Cocula y una veintena de civiles involucrados.

Poco después del ataque a los estudiantes, la primera hipótesis oficial fue que los 28 cuerpos extraídos de cinco fosas clandestinas encontradas en un cerro aledaño a Iguala eran de los muchachos desaparecidos.

El procurador de justicia guerrerense, Iñaki Blanco, describió que esos cadáveres habían sido despellejados y calcinados antes de recibir el tiro de gracia; sin embargo, tras las pruebas de ADN, el gobierno federal descartó que los cuerpos correspondieran a los normalistas aunque no reveló la identidad.

La frustración por desconocer el paradero de los jóvenes —que en su mayoría cursaban el primer semestre— ha radicalizado las acciones de protesta: en la última semana, los activistas quemaron el Palacio de Gobierno y el Ayuntamiento, tomaron garitas de peaje, bancos y palacios municipales.

En la megamarcha del viernes pasado, trasladada hasta al puerto de Acapulco, donde despacha el gobernador, la consigna fue unánime, casi una letanía: “Vivos se los llevaron, vivos los queremos”.

Al caer la noche, 20 padres de familia hacen un círculo en la plaza principal de la Normal Rural Isidro Burgos ubicada en este municipio de Guerrero. Mirándose el uno al otro, rompen en llanto, se cubren el rostro, callan: es la hora de orar.

“Tu hijo vive”, repite la voz de una mujer que llegó hasta aquí desde la costa del estado con una biblia en mano, sólo “para dar un poco de ánimo” a los parientes de los 43 estudiantes de esta escuela que desaparecieron el 26 de septiembre presuntamente a manos de policías y gatilleros de la vecina Iguala.

“Ni por un segundo pienses en que está muerto”, dice uno a uno a los oradores que toma por los hombros. De lejos, unos 80 padres, madres, hermanos, tíos y abuelos observan.

“Ni siquiera tengo ánimos para rezar” dice Luz María Luna, madre de Cristian Rodríguez quien pernocta, come en Ayotzinapa, desde el mismo día que se llevaron a su muchacho, como todos los padres.

Luz María está hundida en la depresión desde que confundió a su hijo en una fotografía de los cuerpos encontrados en las fosas clandestinas de Iguala que las autoridades relacionaban a las desapariciones de los normalistas.

Vio la imagen con un cadáver bocarriba, con la cara deformada, vestido de pantalón de mezclilla azul claro y camisa roja, tal como vestía el suyo. Al pie de foto se leía: “le arrancaron la piel y luego lo calcinaron”.

“¿Se imagina el dolor, la rabia? Quería morir en vida”, cuenta.

Para alivio de esta madre, el gobierno descartó después que los 28 cuerpos localizados en los hallazgos de las primeras cinco fosas fueran de los chicos.

“Tengo esperanza y desazón”, confiesa otra madre y amiga de Luz.

Los guerrerenses no necesitan antidepresivos para mantenerse en pie. Dicen que su único tranquilizante ha sido el mezcal: un trago los relaja. “Mezcal para todo mal”, bromean en los pocos momentos de optimismo.

“Entre nosotros nos damos fuerza. Ya somos como hermanos”, afirma Nicanora García, madre de Saúl Bruno, de 18 años, otro de los raptados.

Los familiares de las víctimas viajaron de diferentes regiones del Estado, de la Costa, la Montaña, de la Tierra Caliente, a este lugar ubicado a 70 kilómetros de Chilpancingo, la cabecera del estado que una vez fue símbolo de prosperidad para sus hijos

La última vez que Nicanora vio a su hijo, éste cortaba mazorca en su pueblo natal cercano a la costa. “Mañana me voy a estudiar, mamá”, le dijo. Era la primera vez que se alejaba de ella.


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Damián Rosas saca del morral un folder donde lleva el acta de nacimiento, las boletas de calificaciones de “puro 10” y la foto de su hijo Felipe Arnulfo, de 20 años, estudiante de primer semestre en la normal de Ayotzinapa.

“Es el único hijo que me queda, al otro me lo mataron”, dice con una mueca de dolor en el rostro arrugado. “¿Dónde está?”

Rosas es un indígena mixteco de Ayutla que apenas habla español. Nadie, antes de este día lo habían visto llorar: Es un hombre de campo acostumbrado a no mostrar sus sentimientos, pero hoy se doblega un momento.

Esto no se va a quedar así. Es muy raro lo que pasó, ¿por qué llevaron sólo a los de primer semestre? ¿por qué siempre maltratan a los novatos? Mi hijo estaba trabajando en el huerto cuando otros estudiantes le dijeron que tenía que ir a botear (pedir dinero) a Iguala.

Desde los primeros días de clase, “pusieron a prueba” a todos los nuevos para que “se hiciera más rudos”, resistentes en el internado.

Aquí en Ayotzinapa, los dormían en el piso, sin colchoneta, los levantaban a las cinco de la mañana y los lanzaban a la alberca, o los dejaban sin comida, eso no debe pasar más, la casa debe limpiarse desde dentro.

Septiembre

26 Municipales y supuestos gatilleros disparan en Iguala contra estudiantes de Ayotzinapa: Seis muertos, 25 heridos y 43 estudiantes desaparecidos.

27 Detienen a 22 policías municipales de Iguala

29 Gobierno envía 896 elementos de la Policía Federal a Iguala.

30 Estudiantes piden la renuncia del gobernador Ángel Aguirre

Octubre

1 Huye alcalde de Iguala, José Luis Abarca, acusado de nexos con el crimen.

2 Estudiantes y profesores bloquean carreteras.

5 Hallazgo de cinco fosas clandestinas en Pueblo viejo, aledaño a Iguala.

6 Fiscalía de Guerrero dice que los cuerpos podrían ser de normalistas.

8 Policías Comunitarios inician búsqueda paralela de entierros ocultos.

9 Gobierno descubren cuatro fosas más.

10 Protestantes toman bancos.

13 Profesores y alumnos queman Palacio de Gobierno y Ayuntamiento de Chilpancingo. Gobierno descarta que los primeros cadáveres localizados en fosas sean de estudiantes.

14 La PGR acusa y detiene a 14 policías de Cocula. Policías Comunitarios localizan cinco fosas más en Iguala.

15 Paros y manifestaciones intermitentes en universidades del país. Bloqueo a la Autopista del Sol.

16 Toman algunos de los Ayuntamientos del estado.

17 Megamarcha en el puerto de Acapulco.

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