Esteban Dorado Moctezuma, Socio Pasteles Capy

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"La competencia sólo sirve para hacernos más fuertes", sostuvo Dorado.

"La competencia sólo sirve para hacernos más fuertes", sostuvo Dorado. Crédito: EDLP

Esteban Dorado Moctezuma (47) atesora en su memoria la imagen de su madre haciendo pasteles en su casa de Atlixco, México, y los sabores de las mezclas que él, de cinco o seis años– degustaba para dar su aprobación.

En 1984, esos dulces manjares de Guadalupe Moctezuma se convirtieron en el negocio familiar Pasteles Capy, luego de que su esposo Leonardo Dorado cerró la mercería que había fundado la abuela en 1912.

En 2008, a su regreso de México y tras quedar sin empleo, estos recuerdos lo llevaron a trabajar con sus hermanos Bernardo e Inés en una cafetería que compraron en El Barrio, en Manhattan.

“La idea de los pasteles fue de mi madre”, recordó. “Con la comercialización de uno de los productos de Capy podría vivir en esa ciudad”, dijo Guadalupe a su marido y a los nueve hijos que hoy forman parte de la empresa familiar con 26 puntos de venta en México y seis en Nueva York.

“Desde el primer día los pasteles se vendieron como pan caliente”, rememora el empresario.

La especialidad de Capy son los tres leches, entre los cuales el más vendido es el de capuchino. Sin embargo, cada versión ofrece una experiencia deliciosa: el de fresa no es saborizado artificialmente, sino que tiene fresas naturales que dan gusto a la crema; el de coco es un festín que recuerda los dulces de la abuela; y el de rompope –el favorito de Esteban- es ideal para quienes prefieren un tres leches tradicional.

“El secreto es que usamos materias primas como las que emplea mi mamá y sólo usamos ingredientes de primera. Por eso un tres leches de los nuestros sabe igual a los que hacemos en Puebla”, explicó.

Otra “norma inflexible” que heredaron de su madre es el orden y la higiene que siempre debe regir en la cocina, dice quien al comienzo vendía unos tres pasteles al día y en la actualidad comercializa unos 60.

El anhelo de Esteban es que perdure el sueño de sus padres y Capy siga creciendo y generando empleos. En su fábrica de Long Island City y sus locales de Corona, Sunset Park, Jackson Heights, East Harlem y el centro de Brooklyn laboran unos 35 empleados.

“Cuando empezamos no había pastelerías como la nuestra y ahora sólo en El Barrio hay unas 35”, comenta Esteban, “pero siempre decimos que la competencia sólo sirve para hacernos más fuertes”, dijo.

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