Las llamadas más insólitas al teléfono de emergencias 911

El caso de la mujer que, en situación de peligro, llamó al 911 y simuló que quería una pizza para pedir ayuda, pone de relieve la astucia que deben tener los operadores de este servicio para manejar las stuaciones de crisis.

Parece una escena sacada de una película, pero ocurrió en la vida real, en una ciudad de Estados Unidos.

– 911, ¿cuál es su emergencia?

– 123 de la calle Main.

– Ok, ¿qué está pasando?

– Me gustaría pedir una pizza.

– Señora, está llamando al 911.

– Sí, lo sé. ¿Me pueden traer una pizza grande, la mitad con pepperoni y la otra mitad con champiñones y pimientos?

– Ummm…. perdone, sabe que ha llamado al 911, ¿verdad?

– Sí, ¿me puede decir cuánto tiempo tardará?

– Ok, señora, ¿está todo bien en su casa? ¿Tiene una emergencia?

– Sí, así es.

– Y… ¿no puede hablar porque hay alguien en la sala con usted?

– Sí, correcto. ¿Sabe cuánto tiempo tardará?

– Hay un agente a un kilómetro y medio de donde está usted. ¿Hay armas en la casa?

– No.

– ¿Se puede quedar en la línea conmigo?

– No. Hasta pronto, gracias.

Esta llamada al número 911 (teléfono de emergencias en EE.UU.) se resolvió sin víctimas gracias a la astucia de la mujer y la perspicacia del operador -identificado como Keith Weisinger- quien, tras unos primeros segundos de incertidumbre, notó que la persona que estaba al otro lado de la línea se encontraba en peligro.

Los agentes de policía se presentaron en la casa y detuvieron al novio de la mujer, que estaba borracho y bajo la influencia de drogas y le había propinado una paliza.

El caso ocurrió hace semanas pero se volvió viral en redes sociales en los últimos días.

Muchas otras llamadas al servicio de emergencia, sin embargo, pasan inadvertidas.

Cada día, miles de operadores de emergencia de todo el mundo hacen un trabajo no siempre reconocido, prácticamente anónimo pero que requiere de una templanza especial.

Son trabajadores cuyo principal cometido es mantener la calma al atender la llamada de una persona que se encuentra, posiblemente, en uno de los peores momentos de su vida.

Uno de esos operadores explica que logró dar instrucciones a un hombre cuya esposa se puso de parto.

El hombre y la mujer eran sordos e hicieron uso del relay, un servicio que permite a personas sordas o con dificultades de oído hacer llamadas a teléfonos estándar con un teclado o dispositivo especial, para contactar con el 911.

La pareja fue víctima de un asalto en casa. Cuando vieron que la mujer iba a dar a luz, los ladrones se asustaron y huyeron, dejándolos atados a unas sillas.

El hombre tardó horas en liberarse para poder llamar.

“Mientras le guiaba en el parto, conseguí difundir una descripción de los ladrones a los otros servicios de emergencia y fueron detenidos”, relata.

El bebé nació totalmente sano.

“Mi madre fue operadora del 911 durante más de 30 años”, cuenta Tony.

“Una de las historias que me contó siempre quedará en mi memoria.

“Un día un hombre llamó y con voz tranquila le dijo a mi mamá que estaba en un hotel, que se había rociado con gasolina y se iba a matar. Pero llamaba para que evacuaran el lugar porque no quería que nadie más resultara herido.

“Al tiempo que intentaba disuadirlo, por la otra línea mi madre llamó al hotel para informarles de lo que ocurría.

“Mientras los servicios de emergencia se dirigían al hotel, mi madre se mantuvo en la línea tanto con el hombre suicida como con la gente del local.

“En cuanto el hombre oyó las sirenas de las ambulancias, le preguntó a mi mamá si ya habían evacuado a todo el mundo.

“Ella intentó retrasar su respuesta pensando que se prendería fuego en cuanto le dijera que sí, pero la estrategia no funcionó.

“Segundos después, comenzó a oír los peores gritos de su vida y el teléfono quedó estático. Después, el silencio.

“El hombre murió en el hotel y mi mamá tuvo que oírlo. Un día terrible”.

En agosto de 2013, Antoinette Tuff tuvo uno de los días más difíciles en el trabajo.

El joven Michael Hill entró armado con un AK-47 en la escuela de primaria de Georgia (EE.UU.) en la que es recepcionista y amenazó con disparar indiscriminadamente a los alumnos y a los agentes de seguridad y suicidarse.

Mientras la policía evacuaba y rodeaba el edificio, Antoinette Tuff permaneció junto al chico e intentó tranquilizarlo al tiempo que mantuvo una conversación de más de 13 minutos con Kendra McGray, operadora del 911.

Tuff recibió numerosos elogios por la forma en que manejó la situación y tuvo un emotivo encuentro con McGray, cuyo temple también fue alabado por las autoridades y los medios.

El pasado 26 de octubre, pocas horas después de haber disparado mortalmente a su esposa embarazada, Checkingson Sinclair llamó al 911 y con mucha calma le dio a la operadora los detalles de la muerte de su mujer, Latwassa Argrett.

“Se ha cometido un crimen”, dijo Sinclair.

“¿Se ha cometido un crimen? ¿Por parte de quién?”, preguntó la operadora.

“Por mí, señora”, respondió Sinclair.

La voz de la operadora se quebró cuando Sinclair añadió: “He matado a mi esposa”.

Durante la conversación, Sinclair respondió a todas las preguntas de la operadora. “Le disparé en la cabeza”, dijo.

“¿Por qué hizo esto?”, le preguntó la operadora.

“Empezamos a discutir y ella me atacó con un cuchillo”, contó y agregó que disparó en defensa propia.

Sin embargo, la policía declaró posteriormente que la mujer recibió el disparo en la parte trasera de la cabeza y que Sinclair reconoció que quería matarla.

Sinclair, de 21 años y residente en Florida, fue imputado con los cargos de homicidio en primer grado y homicidio de un bebé no nato y por alterar las pruebas.

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