El estadounidense que quería estar preso en Corea del Norte

Matthew Miller asegura que hizo todo lo posible para que lo arrestaran

El del estadounidense Matthew Miller es un intrigante caso de alguien que decidió dejar su país por otro completamente opuesto, Corea del Norte, e insistió en que lo mantuvieran en prisión incluso cuando las autoridades de éste quisieron montarlo en un avión rumbo a casa.

En abril de 2014, Miller viajó al país comunista como turista.

Originario de Bakersfield, California, y de 25 años, dañó su visa en el avión y solicitó asilo.

Fue condenado a trabajos forzados, acusado de llevar a cabo “actividades antigubernamentales”, y puesto en libertad meses más tarde, el 8 de noviembre.

Ahora, sin embargo, confesó a una página web especializada en el país comunista que hizo todo lo posible para que lo arrestaran.

Pero, ¿por qué?

Cuando Corea del Norte encarcela a ciudadanos de Estados Unidos se arma un gran revuelo.

Al fin y al cabo son puestos tras las rejas en uno de los países más despóticos del planeta, en el que los métodos de castigos incluyen, según Naciones Unidas, “exterminio, ejecución, esclavismo, tortura, encarcelamiento, violación, aborto forzado y otro tipo de violencia sexual”.

Por ello, varios presidentes de EEUU movieron cielo y tierra para conseguir la liberación de sus conciudadanos.

Hubo quien fue como enviado especial; Jimmy Carter y Bill Clinton, en su momento.

¿Pero qué ocurre cuando un estadounidense quiere estar cautivo en Corea del Norte?

En busca de una respuesta, NK News, una respetada página web, entrevistó a Miller durante varios días por correo electrónico.

Como conclusión, el medio dibuja el retrato de un “curioso turista” que optó por unas “vacaciones extremas”.

Miller contó al medio en internet que quería averiguar cómo era Corea del Norte más allá de las rutas turísticas.

“Sólo quería hablar cara a cara con los norcoreanos, para que contestaran a mis preguntas personales”.

Anque no explicó cómo hacer que lo arrestaran podía ayudarlo en esto.

“Mi mayor temor era que no me arrestaran al llegar”, explicó.

Además de dañar su visa, el estadounidense también tomó varias notas confusas.

“Escribí en mi libreta en China, justo antes de partir hacia Corea del Norte”, relató.

Entre otras cosas, en estas notas dejó dicho que era un “hacker” con la intención de “sacar a los militares estadounidenses de Corea del Sur”.

“Quizá lo del cuaderno de notas fue demasiado. Se dieron cuenta de que era falso de inmediato y quisieron saber el verdadero propósito de mi visita”.

Así que Miller les dijo que poseía secretos militares, según confesó al medio digital.

Y también que los norcoreanos sabían que su hermano era un piloto de pruebas de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, pero que no pareció importarles.

Cuando las autoridades acordaron no deportarlo, lo retuvieron no en una especie de gulag estalinista, un campo de concentración de la antigua Unión Soviética, sino en un gran hotel primero y en una casa de huéspedes después.

Eso sí, bajo llave.

Compartió encierro con unas cuantas personas más, entre ellas, otro estadounidense, Kenneth Bae.

Y no fue hasta septiembre, cuando lo trasladaron a una prisión convencional, “una suerte de granja”, después de condenarlo a seis años de trabajo forzado.

Poco después de ser sentenciado, la agencia de noticias Reuters reveló que Miller estaba obsesionado con Alicia en el país de las maravillas, la gran obra de Lewis Carroll, y que había pasado dos años en Corea del Sur.

Tenía un alter ego, Preston Somerset.

Ese era el nombre que utilizó al encargar ilustraciones de las escenas del libro de Carroll.

“Contrató a un programador para que produjera música para él, a artistas para que dibujaran a hombres vestidos de gatos Cheshire, uno de los personajes del cuento, y a un escritor que le ayudara a completar el texto de lo que llamó Alicia en Rojo“, reportó la agencia, haciendo referencia a información de deviantArt, una la comunidad de creativos en internet.

Así que Miller parecía estar sumido en un mundo de fantasía.

La mayoría de los estadounidenses arrestados en Corea del Norte, un país ateo, suelen ser misioneros que predican la fe cristiana.

Es el caso de Robert Park, quien entró en el país de forma ilícita en diciembre de 2009 y fue liberado dos meses después.

Park contó que fue torturado y aún hoy sufre un serio trauma.

También hay otro tipo de perfil, como el del coreano-estadounidense Evan Hunziker, quien, por una apuesta de por medio, cruzó a nado el río Yalu, desde China, en 1996.

Varios campesinos norcoreanos lo encontraron borracho y completamente desnudo y fue arrestado.

Lo liberaron sólo cuando su familia pagó $5,000.

Pero Miller no encaja en estos perfiles.

Según dijo a NK News, se arrepintió de su aventura.

Ésta acabó cuando solicitó ayuda y el jefe del servicio nacional de inteligencia estadounidense, James Clapper, acudió a Corea del Norte para interceder por él.

“Me siento culpable por el crimen. Porque fue un crimen. Hice malgastar un montón de tiempo a los norcoreanos y a los estadounidenses”.

Pero, por otro lado, admitió haber pasado cinco meses manteniendo conversaciones “con varias personas” y que, por lo tanto, logró sus objetivos.

“Pensé que era un error, pero fue un éxito”.

Fue, en cierta forma, un viaje al país de las maravillas, aunque no como la mayoría de los viajeros lo hubieran soñado.

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