Francisco echó al jefe de la Guardia Suiza por autoritario

El Vaticano informó que el coronel Daniel Rudolf Anrig concluirá su servicio el 31 de enero de 2015

Vigilaba muy de cerca al Sumo Pontífice.

Vigilaba muy de cerca al Sumo Pontífice. Crédito: Suministrada

El papa Francisco despidió al comandante de la Guardia Suiza, encargado de velar por la seguridad del Vaticano, por ser demasiado autoritario y estricto.

El diario oficial de la Santa Sede, L’Osservatore Romano, anunció sin mayores explicaciones que el coronel Daniel Rudolf Anrig, comandante del cuerpo pontificio Guardia Suiza, concluirá su servicio el 31 de enero de 2015, dos meses antes de que termine su mandato de cinco años.

Anrig será remplazado por el actual vicecomandante, Christoph Graf, que tiene una reputación de persona afable. El comandante Anrig fue nombrado en 2008 por Benedicto XVI y comandaba el pequeño ejército del Papa, formado hace 500 años, con alrededor de 100 soldados.

Reconocidos y apreciados en todo el mundo por sus vistosos uniformes renacentistas de rayas color azul, amarillo y rojo, que según la leyenda fueron diseñados por el célebre maestro Miguel Angel Buonarrotti, la Guardia Suiza del Papa está compuesta por hombres, todos ciudadanos suizos católicos, la mayoría de habla alemana.

Armados sólo de alabardas, los soldados del Papa están encargados de la vigilancia y el orden en el pequeño territorio del Vaticano, de poco más de 44 hectáreas, y garantizan la seguridad del Sumo Pontífice además de ayudar diariamente a los turistas y peregrinos que visitan sus jardines, museos y la basílica de San Pedro.

No es suficiente ser suizo para ingresar en la Guardia Suiza, ya que además hay que ser soltero, tener entre 19 y 30 años, medir al menos 1,74 metros, “ser católico romano” y tener “una reputación intachable”, sin olvidar ciertos conocimientos de artes marciales.

Las rígidas reglas de ese histórico cuerpo sorprendieron a Francisco, que suele conversar con ellos y llegó incluso a invitar a uno a quebrar las órdenes pidiéndole que descansara tras descubrir que había pasado la noche entera de pie. “Es el fin de una dictadura”, confesó un guardia tras ser informado de la salida de Anrig.

“Nosotros estamos a su servicio. Y es un honor poder ayudar a Francisco a conservar esa relación tan cercana que tiene con los fieles”, aseguró Anrig a LA NACION durante una visita oficial a Buenos Aires en julio de 2013.

Acerca de los pedidos del Papa de limitar al mínimo las medidas de seguridad que lo alejan de los feligreses, es decir, sin vehículos blindados, escoltas armados muy cerca, ni barreras que lo hagan sentir enjaulado, Anrig afirmó en ese momento: “Francisco quiere, ante todo, estar cerca de la gente. Y si para él eso requiere menos medidas de seguridad, entonces tenemos que adaptarnos a ese estilo”.

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