Acercarse a los problemas de la gente es hoy el llamado al católico: Francisco

En 2015 el Papa visitará tres países de América Latina y dice que la reforma de la Igle2sia católica continúa

La Nación

ROMA — “Dios es bueno conmigo, me da una sana dosis de inconsciencia. Voy haciendo lo que tengo que hacer”. “Una cosa que me dije desde el primer momento fue: «Jorge, no cambies, sigue siendo el mismo, porque cambiar a tu edad es hacer el ridículo»”.

Ésas son algunas de las frases que, a punto de cumplir 21 meses de pontificado, el papa Francisco pronunció en una entrevista con La Nación en su suite de la Casa Santa Marta.

Relajado y de buen humor, el exarzobispo de Buenos Aires aprovechó la primera entrevista exclusiva con un medio latinoamericano para hablar, durante 50 minutos, y no evitó las definiciones acerca de los temas polémicos, como los gays y la situación de los divorciados vueltos a casar.

Cerca de cumplir 78 años, Jorge Bergoglio tampoco eludió uno de los temas centrales de su papado y, tal vez, el más anticipado desde el propio cónclave que lo eligió el 13 de marzo de 2013: la reforma de la curia romana.

Más allá del cansancio después de una jornada intensísima, llena de compromisos y audiencias desde temprano, Francisco se mostró accesible y hasta risueño.

Pero en su diagnóstico sobre el estado actual de la familia, Bergoglio fue tajante y directo: “Está recontra baqueteada [maltratada]”, dijo.

Para tranquilizar a esos sectores que creen que el sínodo creó confusión, el Papa también recordó que esa asamblea “es un proceso” y que “no se tocó ningún punto de la doctrina de la Iglesia sobre el matrimonio”.

“No tengo miedo de seguir el camino de la sinodalidad [palabra que deriva del griego syn, odos, caminar juntos], porque es el camino que Dios nos pide”, dijo.

Confirmó que en 2015 visitará otros tres países de América Latina —que prefirió no mencionar— y, por primera vez, África. Y afirmó que el Instituto para las Obras de Religión (IOR o Banco del Vaticano), bajo la lupa durante décadas por sospechas de lavado de dinero e infiltraciones mafiosas, “está funcionando bárbaro”.

Francisco concedió esta entrevista unos pocos días antes de una cita clave en el Vaticano: la fiesta de la Virgen de Guadalupe, patrona de América Latina, el 12 de diciembre.

América Latina viene recorriendo un camino desde hace tiempo, desde la primera reunión del Consejo Episcopal Latinoamericano [Celam], desde la creación del Celam. Pero este camino de 50 años no se puede ignorar porque es un camino de toma de conciencia de una Iglesia en América Latina y de maduración en la fe. Junto con este camino, se desplegó también una gran inquietud por estudiar el mensaje guadalupano. Por eso al celebrar el Día de la Virgen de Guadalupe, patrona de América, el 12 de diciembre, […] estamos conmemorando un camino de la Iglesia latinoamericana.

Conozco la estadística que dieron en Aparecida [la Conferencia del Celam de 2007], es el único dato que tengo. Evidentemente, hay varios factores que intervienen en eso, externos a la Iglesia. Por ejemplo, la teología de la prosperidad inspira muchas propuestas religiosas que atraen gente. Pero luego la gente queda a mitad de camino. Pero dejando afuera lo externo a la Iglesia, me pregunto: ¿cuáles son las cosas nuestras, dentro de la Iglesia, que hacen que los fieles no se sientan satisfechos? Y es la falta de cercanía y el clericalismo. La proximidad es el llamado hoy al católico, a salir y hacernos próximos de la gente, de sus problemas, de sus realidades.

No me gusta usar esa imagen de la ‘sangría’ porque es una imagen muy ligada al proselitismo. No me gusta usar términos ligados al proselitismo porque no es la verdad. Me gusta usar la imagen de hospital de campaña: hay gente muy herida que está esperando que vayamos a curarle las heridas, heridas por mil motivos.

No me gusta la palabra ‘estrategia’, sino que hablaría del llamado pastoral del Señor, porque si no, parece todo una ONG… Es el llamado del Señor, lo que hoy le pide a la Iglesia, no como estrategia, porque la Iglesia no hace proselitismo. La Iglesia tiene que ser un hospital de campaña y salir a curar heridas, como el buen samaritano.

Me extrañan esas expresiones. No me consta que las hayan dicho. En los medios, aparece como que las hubieran dicho. Pero, hasta que no le pregunte al interesado: “¿Usted ha dicho esto?”, mantengo la duda fraternal. Pero, generalmente, es porque no leen las cosas. Uno sí me dijo una vez: “Sí, claro, esto del discernimiento qué bien que hace, pero necesitamos cosas más claras”. Y yo le dije: “Mire, yo escribí una encíclica, es verdad, a cuatro manos, y una exhortación apostólica. Continuamente estoy haciendo declaraciones, dando homilías y eso es magisterio. Eso que está ahí es lo que yo pienso, no lo que los medios dicen.

No fue una división tipo estrella contra el Papa; o sea, al Papa de referente no lo tenían. Porque ahí el Papa procuró abrir el juego y escuchar a todos. El hecho de que, al final, mi discurso haya sido aceptado por los padres sinodales indica que el problema no era con el Papa, sino que era entre diversas posturas pastorales.

La palabra la dijo usted. Las resistencias ahora se evidencian, pero para mí es un buen signo, que las ventilen, que no las digan a escondidas.

Considero a las resistencias como puntos de vista distintos, no como cosa sucia.

Primero, no me esperaba nada. Esperaba volverme a Buenos Aires [risas]. Y después creo que, no sé, Dios en eso es bueno conmigo, me da una sana dosis de inconsciencia. Voy haciendo lo que tengo que hacer.

Bueno, es todo público, se sabe. El IOR está funcionando fenómeno y se hizo bastante bien eso. Lo de la economía está yendo bien. Y la reforma espiritual es lo que en este momento me preocupa más, la reforma del corazón.

No, el proceso es lento. El otro día tuvimos una reunión con los jefes de dicasterios y se presentó la propuesta que hicieron de juntar los dicasterios de Laicos, Familia, Justicia y Paz. Y hubo discusión, cada uno expresó lo que le parecía, y ahora esto vuelve al G-9. Es decir, la reforma de la curia lleva mucho tiempo, es la parte más compleja…

Una cosa, y esto es verdad y esto lo quiero decir: antes de venir acá, me estaba retirando. O sea, cuando volviera a Buenos Aires, había quedado con el nuncio de hacer la terna ya para que, a fin de ese año [2013], asumiera el nuevo arzobispo. Tenía la cabeza enfocada en los confesionarios de las iglesias donde iba a ir a confesar. Cuando vengo acá, tuve que volver a empezar con todo esto nuevo. Y una cosa que me dije desde el primer momento fue: “Jorge no cambies, seguí siendo el mismo, porque cambiar a tu edad es hacer el ridículo”. Por eso he mantenido siempre lo que hacía en Buenos Aires. Evidentemente, eso produjo algunos cambios en los protocolos, no en los protocolos oficiales porque esos los observo bien.

Tengo mis achaques y a esta edad los achaques se sienten. Pero estoy en manos de Dios, hasta ahora puedo llevar un ritmo de trabajo más o menos bueno.

Como cae un día que no tengo misa abajo en la capilla, porque es miércoles y hay audiencia general, vamos a almorzar juntos todos los empleados de la casa. Para mí, va a ser un día totalmente normal, como todos los demás.

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