Sin un abogado, los niños están perdidos

@cmariorussell

Isabel, de 16 años y 4 meses de embarazo, huyó de Honduras con su tía en abril del año pasado. Huían porque el hermano del novio de Isabel, notorio líder de una banda criminal, había asesinado a la madre de Isabel pocas semanas antes, y ellas temían represalias por haber denunciado el asesinato a la policía.

El servicio de inmigración de los Estados Unidos detuvo a Isabel en la frontera y la trasladó a El Bronx para un proceso de deportación. Seis meses después, yo conocí a Isabel, quien era una muy joven nueva madre. Ella aún no había visto un juez de inmigración y su fecha límite para aplicar por asilo estaba a punto de vencerse. No tenía ningún abogado que le ayudase.

Si Isabel hubiese cruzado la frontera sola, al igual que hicieron 51,000 niños el año pasado, habría sido puesta bajo refugio temporal por parte de la Oficina de Reasentamiento de Refugiados. También hubiera recibido servicios de consulta y orientación legal, y hubiese visto a un juez de manera casi inmediata. Incluso, se le hubiese podido asignar un abogado gratuito a través de un programa federal o por medio de un programa colaborativo de defensa legal para menores no acompañados en la ciudad de Nueva York. Se estima que casi el 50% de los menores no acompañados tienen un abogado.

Pero Isabel no es una menor no acompañada. Ella cruzó la frontera con su tía, por lo cual el Departamento de Seguridad Nacional la definió como “niña acompañada”. Esto significa que su caso de deportación fue puesta en espera indefinida. El año pasado más de 68,000 niños y niñas como Isabel -acompañados por sus familias – fueron detenidos en la frontera.

Las consecuencias para los niños que se enfrentan solos y sin ayuda al sistema judicial son impactantes. Un reporte del 2011 encontró que los inmigrantes con abogados tienen cinco veces más posibilidades de ganar sus casos que los que se representan a sí mismos. Un reciente análisis muestra que el 90% de los niños que tienen un abogado se presentan ante un tribunal. Pero sin un abogado, sólo el 10% lo hace, y se presentan sin la capacidad de hablar inglés o de entender las leyes de los Estados Unidos.

Niños enfrentados a consecuencias de vida o muerte en la corte de inmigración no deberían sufrir porque no hay la suficiente asistencia jurídica. La Constitución de los Estados Unidos y el Acta de Inmigración y Nacionalidad requieren una “audiencia completa y justa” ante un juez de inmigración, y el mismo debe exigir al gobierno proporcionar a todos los niños con representación legal. Isabel y otros niños como ella merecen dicha defensa

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