México entre lo nuevo y lo viejo

Lo que se necesita es rediseñar la estructura, con nuevos participantes, con orientaciones diferentes

El martes de esta semana me invitaron a una reunión que tuvieron en Houston algunos empresarios de México con empresarios locales. Cuando yo esperaba que se hablara de negocios, lo único que se discutió fue la situación política de México.

En esa reunión trate de explicar como entendía lo que estaba pasando y me sorprendí de la diversidad de criterios y de que cada uno tenía una diferente visión de la situación, insistiendo que su perspectiva era la correcta.

Hoy les quiero compartir una analogía que se me ocurre con una experiencia que tuve hace aproximadamente 70 años.

No me pregunten cómo y porqué pero estuve en Jojutla, Morelos, en México, administrando interinamente el molino de arroz “La Unión” .

Nunca antes en mi vida había yo visto un arrozal y me asombré de cómo se sembraba y cosechaba el arroz, y más aun de cómo se secaba en las grandes planchas de concreto, y ni que decir de cómo se pelaba y se empacaba en grandes costales.

Los costales de arroz se almacenaban en una bodega de humedad controlada y se hacían grandes torres de costales llamadas “rumbas” que a mi me impresionaban mucho porque eran estables a pesar de su gran altura.

Una noche se oyó el ruido de una rumba que se cayó. Fuimos a la bodega y me encontré con que las “cuatalatas”, unas hormigas enormes que hay en el estado de Morelos, estaban vaciando uno de los costales de abajo y en unas filas interminables se estaban llevando el arroz a su hormiguero, lo cual desestabilizó la “rumba” provocando su caída. De los costales caídos algunos se habían roto y otros simplemente estaban en el piso. Para reconstruir la “rumba”, se utilizaban nuevos costales pero también se usaban los que se no se habían dañado.

He pensado que algo similar pudiera estar sucediendo con la política en México.

Todo parece estar en orden pero hay mucha gente que no está contenta aunque la estructura muestre políticos sonrientes y alardeando sus logros. Cada ciudadano es esa hormiga que se lleva cargando su inconformidad y cuando estas son muchas, la estructura se colapsa, se crea un gran problema y algunas partes se fragmentan, pero otras sobreviven.

Se rearman estructuras con gente nueva pero siguen presentes quienes no se rompieron de la “rumba” anterior.

Lo que se necesita es rediseñar la estructura, con nuevos participantes, con orientaciones diferentes, con ideas modernas y con verdadero espíritu de servicio y no de servirse.

Y si en paralelo con la construcción de la nueva “rumba” se “fumigan” las inconformidades, esa estructura no volverá a derribarse.

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