Una cuestión de perspectivas

Una cuestión de perspectivas

Si una persona hubiese venido a mi casa en Maravatío no lo habríamos dejado afuera de la puerta —ni siquiera por unos cuantos minutos, mucho menos toda la noche. Nuestra idea hubiera sido de que actuar así representa una tremenda falta de respeto, e inhumano.   Le hubiéramos abierto la puerta, ofrecido algo que beber y entonces colocado una cena en la mesa.

La mayor parte de nuestra gente compartimos los mismas costumbres.  Tal vez por eso es que nos cuesta tanto entender por qué es que el Partido Republicano obliga a 6 millones a esperar mientras que demoren la orden del Presidente en las cortes.  Sin tener la esperanza de ganar su caso, lograron hallar un juez en Texas, un tipo desconocido nombrado por un presidente republicano, para dar una orden judicial que manda demorar los trámites de DAPA y una versión expandida de DACA.  El programa, que debía comenzar en el mes de mayo permitirá que algunos 6 millones de madres y padres de niños que son ciudadanos estadounidenses soliciten para aplazamientos y permisos de trabajan que durarán 3 años.

Estoy segura que los republicanos hacen lo que están haciendo por motivos políticos.  Para los 6 millones de niños que viven con el temor de perder sus madres y padres, es una falta de decencia fundamental nada más.  Me pregunto si estos políticos serían capaces de hacer estas cosas a nosotros cara a cara, una persona a la vez.  ¿Serían capaces de mirarle a la cara de un niño y decirle a ese niño que debe esperar afuera en el frío mientras que hombres armados lleven arrastrados a su madre y padre?  Tal vez tienen los corazones así de congelados.  Tal vez esa conducta les parece aceptable en su cultura.

Si la corte federal de apelación del quinto distrito en Luisiana falla en nuestro favor, seis millones de personas hallarán una forma de realizar los trámites para que puedan permanecer con sus hijos y para que puedan trabajar para apoyarlos económicamente. Pero no existirán tribunales de reconciliación.  Al decirles que los perdonamos, se burlarían a nosotros, o algo peor.

Mientras que esperamos, nos enfrentamos al futuro. Aunque la corte falle a nuestro favor no seremos ciudadanos de los este país que se jacta de representar el principio de una persona, un voto.   En caso del mejor, aunque improbable, escenario de la aprobación de una reforma migratoria integral en los dos o tres años que vienen, un total de 16 millones de latinos viviremos y trabajaremos en este país sin el derecho del sufragio.   Y a nosotros nadie nos va a pedir perdón.

Pues somos simplemente los hijos del “patio trasero”  del gigante norteamericano, los hijos del apartheid de las Américas.

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