Editorial : La reelección de Blatter

La reelección de Sepp Blatter como presidente de la Federación Internacional del Futbol Asociado (FIFA) es un voto de confianza al liderazgo de la entidad que se encuentra en medio de un escándalo de corrupción, con varios de sus líderes ejecutivos acusados por la justicia estadounidense. En esta ocasión, aparecieron grietas en lo que suele ser, en esto casos, una coronación del titular.

Al aceptar su reelección, Blatter ignoró la delicada situación en que se encuentra FIFA, hablando de “problemas organizativos” y prometiendo “devolver a FIFA al sitio en que debe estar”. Pero el escándalo estuvo en la mente de muchos de los participantes, reflejándose en el inusualmente alto respaldo recibido por el rival de Blatter, el príncipe Ali bin Al Hussein de Jordania. El caso de los sobornos, que afectan a las federaciones de CONMEBOL y CONCACAF, convirtió a un rival nominal en un voto real en contra de la continuidad en la entidad regidora del fútbol mundial.

Superada la reelección, habrá que ver si Blatter termina su nuevo periodo de cuatro años o si los desarrollos de la investigación terminan arrastrándolo también a él. No sería extraño que eso ocurriera. La acusación estadounidense habla de dos generaciones de líderes corruptos de FIFA, lo que se puede interpretar como algo sistémico y no de algunas manzanas podridas como se ha querido dar a entender desde la sede de FIFA en Suiza.

Nadie cree realmente que Blatter, ni su antecesor Joao Havelange, estuvieran rodeados de actos de corrupción cometidos por integrantes del comité ejecutivo de FIFA sin ellos saberlo. Eventualmente será el Departamento de Justicia el que decida buscar pruebas para llegar al centro del poder de FIFA, acusando formalmente a Blatter, o centrarse en las federaciones americanas y aceptar supuestas promesas de Blatter de que los corruptos serán separados de la organización.

El gran problema es que la credibilidad de FIFA es nula porque la corrupción en la compraventa de votos dentro de la organización es conocida desde hace mucho tiempo. Hay federaciones que se han perjudicado y otras que se han beneficiado por estas tramoyas, los directivos que callaron durante todos estos años son tan cómplices de la corrupción como los más activos protagonistas. Será difícil encontrar a nivel ejecutivo personas que no estén manchadas por acción u omisión para dirigir la organización.

El desafío será encontrar directivos que respeten a los millones de simpatizantes del futbol, sin aprovecharse de esa pasión universal para esquilmarlos, llenándose los bolsillos.

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