Súper flexibles, pero depresivos

Algunas personas son muy flexibles, pero a cambio pueden tener algunos problemas de ansiedad y depresión. ¿Por qué?

Seguro que en la escuela conociste a alguien que era capaz de llevarse el pulgar hasta el antebrazo. Y a pesar de que en su momento creíste que era una especie de freak, lo cierto es que este tipo de personas son simplemente hiper-flexibles.

Los médicos y los investigadores denominan a esta característica hiper-movilidad de las articulaciones, y simplemente significa que alguien es capaz de mover sus articulaciones un poco más que el común de los mortales.

La mayoría de nosotros puede mover el pulgar hacia atrás unos cuantos grados, pero algunos lo pueden llevar incluso más allá. Todos podemos mover la cadera, pero las articulaciones de la espina dorsal permiten a algunos poner sus manos sobre el suelo.

Cualquiera puede abrirse de piernas pero solo algunos tienen articulaciones en la pelvis que les permiten abrirlas completamente y sentarse en el suelo. Y para calificar como hiper-móvil esta flexibilidad no puede surgir de la práctica: tiene que ser algo natural.

Algunos atletas o bailarines, por ejemplo, pueden entrenar sus cuerpos para ser cada vez más flexibles, pero el tipo de movilidad que ahora nos atañe es algo con lo que uno nace.

Hay dos cosas que limitan los movimientos de una articulación: los contornos de los huesos y cartílagos, y los ligamentos.

“Puedes tener un límite físico -no se puede ir más allá porque llega un punto en que algo tropieza con algo- o puede haber un ligamento manteniéndolo donde está”, dice el anatomista Michael Habib, de la Universidad del Sur de California.

Movilidad superior

Cuando alguien es capaz de llevar el pulgar al antebrazo es porque sus ligamentos le permiten una movilidad superior. “Si naciste con ligamentos más sueltos serás capaz de mover el pulgar más allá”, dice Habib.

Un estudio de 2004 sobre gemelas adultas consideraba la base genética de la hiper-movilidad: las parejas de gemelos idénticos tenían el doble de posibilidades de ser ambos hiper-móviles que parejas de mellizos.

Ya en las décadas de los 30 y 40 los investigadores observaron que la hiper-movilidad parecía estar presente en varios miembros de una misma familia. Y los estudios también han señalado que disminuye con la edad. Los niños suelen ser más flexibles que sus padres y abuelos.

Las mujeres tienen una mayor flexibilidad en las articulaciones que los hombres, aunque esto también podría ser porque son físicamente más pequeñas. Hay también evidencia de que gente de ascendencia africana, asiática o de Medio Oriente pueden tener, de media, una mayor flexibilidad que los europeos.

Para la mayor parte de personas que gozan de este tipo de flexibilidad no suele ser algo doloroso o peligroso. De hecho su nombre oficial es “síndrome benigno de hiper-movilidad de las articulaciones” y es distinto de otras enfermedades que presentan síndromes de hiper-flexibilidad como el síndrome de Marfan o de Ehlers-Danlos.

Michael Simpson escribe en la Revista de la Asociación Americana de Osteopatía que entre un 4% y un 13% de gente tiene hiper-movilidad, generalmente en los pulgares, meñiques, codos, rodillas o vértebras. Pero como la mayor parte de gente con este síndrome no tiene problemas con su flexibilidad, no acaban yendo al doctor.

El dilema del bailarín

Existe, aun así, un grupo de gente con hiper-movilidad que han sido objeto de extensos estudios: los bailarines. Esto es porque incluso en los casos más benignos la hiper-movilidad está asociada con falta de estabilidad.

“Si una articulación es realmente flexible no va a ser muy estable, lo que provoca que tengas que usar más tu músculo para estabilizarla”, afirma Habib. En un estudio de 2012 el terapeuta físico Mark C. Scheper, de la Universidad de Ciencias Aplicadas de Ámsterdam, se preguntó si el síndrome era un “signo de talento o vulnerabilidad” para los bailarines profesionales.

“Por razones estéticas la flexibilidad de suele promover y está vista como una parte integral de la educación de los bailarines”, escribe Scheper, pero también puede llevar a experimentar dolor y fatiga a aquellos que no son hiper-flexibles. Y esto puede llevar a algunos a desarrollar problemas psiquiátricos relacionados con la depresión y la ansiedad.

Para su estudio, Scheper usó bailarinas de la Escuela de Arte de Ámsterdam y las comparó con mujeres de la Escuela de Salud. Descubrió que el síndrome de hiper-movilidad estaba asociado con “menor fuerza muscular, menor capacidad de ejercicio y menor capacidad para caminarpara los sujetos de ambas escuelas.

Aun así, había más mujeres con el síndrome de hiper-movilidad entre las bailarinas que entre las estudiantes de ciencias de la salud. Las bailarinas experimentaban también mayores niveles de ansiedad que las estudiantes de salud, y aquellas con el síndrome de hiper-movilidad eran las más ansiosas de todas.

A la luz de sus descubrimientos, Scheper y sus colegas sugieren que el síndrome podría ser más un lastre que una ventaja para las bailarinas profesionales.

– Jason G Goldman

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