Enseñar a los niños la magia de los puentes

s un ambiente distinto del que están acostumbrados y en las antípodas con su aula pero nada parece distraer a los niños: Ni los turistas disparando selfies ni los ciclistas malhumorados reclamando a quienes se interponen en su senda. Para lo único que tienen oídos es para Francisco López que les señala distintos puntos del Brooklyn Bridge mientras ellos toman notas. “Ven chicos estos son los ‘bolts;’ estos tornillos gigantes. ¿Y recuerdan cuáles son los materiales que se usaron para construir este puente? ¿Y el año en que se inauguró?”
Muchos de estos pequeños de segundo grado atraviesan el puente por primera vez. Francisco ya lo ha cruzado en cientas de oportunidades e incluso lo transita varias veces por día de Manhattan a Brooklyn y viceversa con distintas escuelas.
Los estudiantes de la PS77 levantan sus manos ansiosos por responder su pregunta de qué tipo de puente tienen ante sus ojos. “¡Suspensión!” ¡Suspensión!”, gritan sin poder contenerse. Algunos de los conceptos los aprendieron con Francisco en la escuela y la caminata es el cierre de varias sesiones que mantuvieron con el joven arquitecto, maestro y consultor del Salvadori Center.

Las ciencias en el mundo real

Aburrimiento y falta de comprensión. Esas son, generalmente, las reacciones de los niños a las ciencias y el Centro Salvadori, creado en 1987, les muestra a los alumnos de escuelas neoyorquinas que tanto la matemática, como la arquitectura y la ingeniería están en las cosas que nos rodean y pueden ser entretenidas. “En esta clase estudiamos los puentes y túneles de la ciudad y también construyeron su propio puente de seis pies de largo”, señala Francisco. “El de Brooklyn es uno de los 2,027 que hay en NYC y los chicos se maravillan cuando ven y tocan lo que conversamos en la clase”.

Estar atentos, disfrutar y aprender

En su México natal Francisco estudió medicina y fue aquí en NY que cambió el rumbo estudiando en City College donde también se probó como maestro. “Dicté una clase sobre colores y texturas en la arquitectura Mexicana. Me di cuenta que era genial enseñando y que mientras vivía allá no disfruté de las joyas arquitectónicas de mi país por eso aquí le saco el máximo provecho a New York y les inculco eso a mis alumnitos: Mírenlo todo, absórbanlo todo; rascacielos, torres, la estructura de plazas y parques. Caminar la ciudad con los ojos bien abiertos es, por lejos, el mejor aprendizaje”.

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