Jardines comunitarios en NYC: un legado de la comunidad boricua

NUEVA YORK – Entre las hojas de enredadera aún se ven rastros de las imágenes: una madre cargando a su hijo, siluetas de montañas, un soldado, una casa de madera. Como si se resistieran a desaparecer, las batallas de la diáspora puertorriqueña en Nueva York pintadas en la pared bajo el título “La lucha continúa” saludan a los caminantes, algunos de los que miran tratando de descifrar su origen.

NUEVA YORK – Entre las hojas de enredadera aún se ven rastros de las imágenes: una madre cargando a su hijo, siluetas de montañas, un soldado, una casa de madera. Como si se resistieran a desaparecer, las batallas de la diáspora puertorriqueña en Nueva York pintadas en la pared bajo el título “La lucha continúa” saludan a los caminantes, algunos de los que miran tratando de descifrar su origen.

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(Foto: Marielis Acevedo)

Ya han pasado más de 40 años desde que artistas y activistas boricuas se unieron para convertir un terreno abandonado y cautivo por las drogas de Lower East Side, en Manhattan, en un espacio de empoderamiento social. “Era un área vacante, destrozada, los drogos se metían. Un lugar infestado, decaído, tiraban botellas, se sentaban a usar marihuana. Pero el grupo Artmakers Inc.– como 26 artistas- nos unimos y tomamos las paredes e hicimos 26 murales. (El proyecto) Embelleció la plaza y, entonces, pues la misma comunidad se inspiró y comenzamos a limpiar el parque, pusieron una verja y se convirtío en una plaza”, recuerda María Domínguez, una de las artistas que en la década de los 80 participó en el desarrollo de las obras en Plaza Cultural, cercana a Loisaida.

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(Fotos: Suministradas/María Domínguez)

Domínguez creó el mural nombrado “Sueño” (abajo), que destaca como carátula del disco del mismo nombre del compositor Eddie Palmieri (ver foto de mural). Domínguez pertenecía al colectivo artístico fundado por Eva S. Cockcroft, Joseph Stephenson, Willie Birch, Camille Perrottet y Leslie Bender.

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(Foto: Suministrada/María Domínguez)

En ese entonces, el sitio ubicado en la esquina de la calle 9 y la avenida C también sirvió como escenario para el debate político.“Al principio, como el lugar estaba como en un tránsito, ya venía la gente nueva, gentrificación; quería hacer una declaración que fuese de mi cultura puertorriqueña, imágenes de Puerto Rico. Que todavía nosotros estabamos ahí. Porque se estaban aumentando los alquileres…destrozando los edificios”, indicó la artista quien fue convocada a participar del proyecto por el grupo CHARAS– encabezado por Chino García y Armando Pérez.

Martin Ross (en la última de las cuatro fotos debajo del texto), uno de los actuales miembros de Plaza Cultural, reconoció el aporte de la comunidad boricua en el recinto, a pesar de los cambios que ha experimentado la zona a través de los años. “Lo más importante es que ellos voltearon las cosas, revirtieron la energía que estaba llevando a los crímenes y a la violencia, motivando y limpiando la zona. El gobierno estaba ignorando este vecindario, no estaba brindando los recursos y ellos tuvieron que buscarlos por su cuenta, reciclando…inspiró para hacer de ésta una ciudad más saludable…Fue parte de un movimiento”, planteó tras reconocer que se vivieron tiempos “duros”.

Hoy, el lote que alberga un jardín comunitario no se escapa al problema de reurbanización, pero ha podido trascenderlo, según manifestó el líder comunitario. “Está el interés de algunas personas de hacer un complejo de vivienda pública, pero, políticamente no es el momento en la ciudad. Y otro proyecto de infraestructura, pero es una gran inversión”, sostuvo. Sentado en una especie de rotonda de madera tipo bohío desde donde se ven, árboles de manzana, rosas, peonias y hasta cultivos de equinacea, este arquitecto de exteriores manifestó que el equipo que labora en el jardín ofrece sus servicios de manera voluntaria y ha ampliado las actividades para hacerlas más inclusivas a nivel de comunidad. Por ejemplo, ofrecen talleres de compostaje -auspiciados por Lower East Side Ecology Center – como parte de sus proyectos de sustentabilidad ecológica. El programa busca reducir la cantidad de desperdicios en Nueva York.

“No estamos quitándole recursos a la ciudad, estamos creando los recursos”, sostuvo el arquitecto nacido en Arizona.  La plaza- que también funciona como parque y área de juegos- se mantiene abierta gracias a subvenciones gubernamentales, alquiler para bodas y eventos musicales y de treatro, celebración de festivales de cultivo, entre otras iniciativas. Plaza Cultural se suma al grupo de jardínes comunitarios que florecieron en los 70- principalmente en Manhattan y El Bronx– gracias en gran parte al empeño de boricuas que decidieron recuperar espacios para la comunidad.

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(Fotos: Marcela Álvarez)

Una historia de autogestión de Manhattan a El Bronx

Según destaca Marixsa Rodríguez en su artículo “Redescubriendo los jardines comunitarios y las raíces puertorriqueñas en Nueva York”, Brisas del Caribe y El Jardín del Paraíso – junto a Plaza Cultural – representan los esfuerzos en LES para hacer de ciertas zonas espacios más habitables y seguras.

En El Bronx, jardines como el Rincón Criollo, El Batey Borincano, Palmas del Caribe y El Flamboyán, “son todos resultados de esfuerzos comunitarios de vecinos, y nació de la necesidad de encontrar un espacio para que la comunidad se congregara, hacer música y encontrar un espacio seguro para que los niños jugaran”, expone la consultora de redes sociales del Desfile Puertorriqueño en el texto publicado en el Centro Voices de Hunter College.

“Yo me atrevo decir que los boricuas junto con otros latinos en NY han sido pioneros en rescatar espacios para crear jardines comunitarios. Pero lo que realmente buscaban eran espacios, vivimos en apartamentos muy pequeños. Habían problemas de sanidad, buscaban espacios para criar a sus hijos, reunirse. Así fue que nacieron esos espacios”, indica Rodríguez.

La joven, reconoce, sin embargo, que muchos de estos vencindarios ahora están más diversificados en parte por los requerimientos en las juntas (community boards) y la llegada de nuevos habitantes.

“Los puertorriqueños se han tenido que mover, pero todavía están asentados. Pero no son masas grandes. Muchos se han ido a upstate. Pero para mí todavía están y están modificando a través de estos centros. No es la misma cantidad de antes, como en los 70, pero todavía están. Ejemplo de esto es el Loisaida Center”, explicó.

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Desfile Puertorriqueño
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