El mito del crecimiento perpetuo

En materia de inversiones, la máxima que se comprueba sistemáticamente es: cuanto más alto es el aumento, más fuerte es la caída

Actualmente, al mundo de las inversiones le fascinan las ilusiones. Por eso, mucha gente cree que el crecimiento seguirá proliferando, lo cual ha dado lugar a mercados bursátiles al alza en todo el mundo. Este mito es peligroso.

En caso de que no se haya enterado, hasta el Nasdaq finalmente superó sus antiguos máximos, tan solo 15 años después de registrar el último. Otros índices también registran récords. Sin dudas, Jeremy Siegel, el profesor de Wharton defensor de los mercados alcistas, pronto citará esto como prueba adicional de que nada es más imbatible que la estrategia de invertir y conservar la inversión por mucho tiempo (aunque en términos ajustados por inflación, el índice aún tiene mucho por mejorar). Es razonable. Si usted vive lo suficiente, la mayoría de sus malas adquisiciones terminarán recuperando su antiguo valor.

¿Por qué se registran estos máximos sin precedentes, pese al producto interno bruto negativo del primer trimestre? Antes que nada, estamos en la primavera estival y el mercado se recupera en esta época, incluso en años de recesión. En segundo lugar, cada ciclo trae consigo su propia cura para el ciclo económico, y éste no será la excepción. A fines de los noventa, el paradigma de la “nueva economía” de crecimiento perpetuo fue devorado ávidamente. Luego, se instauró el lema de que el precio de los inmuebles nunca baja, generando así una fuente perfecta e inagotable de financiamiento, crédito y una oportunidad de complementar la pérdida de ingresos.

Ahora es el estímulo del banco central, nacional o extranjero. En los Estados Unidos, ese incentivo está dado por “tasas de interés más bajas durante más tiempo” – donde muchos creen que la Reserva Federal mantendrá las tasas bajas durante algún tiempo. Además, existe la falacia generalizada de que el ciclo económico recién finaliza cuando la Reserva Federal sube las tasas de interés al punto de sofocar a la economía, hecho que viene sucediendo desde 1980.

En China (y en otras partes del mundo), la creencia generalizada es que la desaceleración del crecimiento del país – su economía creció apenas un 7.4% el año pasado, tras décadas de crecimiento de dos dígitos – es un maravilloso golpe de suerte para los inversionistas. El precio de las acciones está atractivamente bajo en términos históricos. El mercado bursátil de China se ha activado mucho recientemente, a medida que su gobierno inyecta estímulos económicos.

Por lo tanto, los inversionistas creen que solo deben colocar su dinero en el pozo de estímulos obligatorios para ver sus fortunas aflorar. Seguramente, esta burbuja no se reventará. Mientras tanto, el mercado inmobiliario recalentado de China se está quedando sin aire. Esta circunstancia no tendrá ningún efecto sobre las acciones, ¿verdad?

Mientras tanto, los inversionistas inteligentes están colocando su dinero en Europa. Una razón que se plantea: “las valuaciones son más baratas allí” (apenas, y con menos crecimiento). Una segunda razón más importante aúnla expansión cuantitativa, el programa de estímulo para la compra de bonos de los Bancos Centrales Europeos acaba de comenzar, entonces, ¿a quién le importa el crecimiento económico?

Según el índice MSCI de Continent, el valor de las acciones europeas incrementó en un 10% en términos de dólares en lo que va del año. Es decir, estas acciones han de incrementar aproximadamente un 30%-50% más, ¿no es cierto? Analice el índice de confianza empresarial de Alemania, que incrementó a su máximo nivel desde junio del año pasado.

Sin dudas, la economía más orientada a las exportaciones del mundo occidental no va a sufrir porque su moneda se devalúe un 25% en seis meses. Otras empresas de exportación europeas deberían beneficiarse también, aunque dentro de la zona euro, no será tan significativo.

La caída de los precios del petróleo no va a afectar tampoco al continente europeo, donde ese recurso no abunda. Pero la economía sigue frágil, la austeridad no va a solucionar el problema (sin importar cuánto pueda complacer a los alemanes), China sigue pagando el costo de su burbuja. Y el ciclo económico estadounidense va a finalizar de todos modos, mucho antes de lo que la mayoría de la gente cree, inevitablemente dentro de unos años de donde sea que se encuentre hoy.

Pero el ciclo no está por finalizar aún. El segundo y el tercer trimestre deberían ser mejores que el primero, aunque la recuperación no será tan buena como la del año pasado. La apreciación del dólar respecto al euro prácticamente ha terminado.

En cuanto a la Reserva Federal, quién sabe – en los últimos años, el banco ha tenido pánico de desbaratar los planes de los operadores, pero usted puede ir a la quiebra por tratar de predecir las decisiones en materia de política. El vicepresidente Stanley Fischer ha insistido en su mensaje de que las tasas incrementarán. Pero eso no significa que su visión prevalecerá cuando Janet Yellen tenga que cerrar los ojos y tomar una medida. Si es que lo hace.

Mientras tanto, la economía financiera se seguirá apartando de la economía real: las utilidades “mejoraron las expectativas” este trimestre, así dicen los eruditos. Desde luego que las mejoraron, caso contrario, estaríamos en una franca recesión. Según FactSet, las utilidades de las empresas que componen el índice Standard & Poor’s 500 incrementaron apenas un 0.7% durante el primer trimestre, los peores resultados obtenidos desde el tercer período de 2012.

Según los últimos rumores, es posible que la Reserva Federal avance de a incrementos ínfimos de un octavo de punto porcentual, un suceso que puede generar una euforia (efímera) en los mercados. Desde luego, eso significa que el índice registrará nuevos máximos sin precedentes, hasta que deje de hacerlo. Solo tenga presente la máxima que se comprueba sistemáticamente a lo largo del tiempo: cuanto más alto es el aumento, más fuerte es la caída.

– Kevin Flynn/AdviceIQ

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Kevin Flynn, CFA, es presidente de Avalon Asset Management Company con sede en Lexington, Mass. Sitio web: avalonassetmgmt.com
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