Critica el Papa “liderazgos únicos” durante su visita a Ecuador

El mensaje del Sumo Pontífice es dirigido a toda América latina, hundida en la polarización política e ideológica

Elisabetta Piqué

No a los “personalismos”, no al “afán de liderazgos”, a la tentación de las dictaduras, a los “sectarismos”. Sí a la unidad, a la “inclusión en todos los niveles“, al diálogo, a la propuesta revolucionaria de Jesús, que pide hermandad, darse al otro, ser “un nosotros”.

Ése fue el mensaje de fuerte contenido político y social que envió Francisco, no sólo a Ecuador, país sacudido por protestas en contra del gobierno, sino a toda América latina, hundida en la polarización política e ideológica.

La justicia social estuvo en el centro tanto en la misa en el Parque Bicentenario, de esta capital, ante un millón de personas (el cierre perfecto de su visita de tres días a Ecuador), como en los discursos que pronunció en un encuentro con universitarios y otro con la sociedad civil. No sólo llamó a la unidad en un mundo lacerado por guerras y violencia, sino también a “luchar por la inclusión a todos los niveles, evitando egoísmos, promoviendo la comunicación y el diálogo, e incentivando la colaboración”.

Papa francisco
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“Es impensable que brille la unidad si la mundanidad espiritual nos hace estar en guerra entre nosotros, en una búsqueda estéril de poder, prestigio, placer o seguridad económica. Y esto a costillas de los más pobres, de los más excluidos, de los más indefensos, de los que no pierden su dignidad pese a que se la golpean todos los días”, clamó en la misa, una de las más imponentes de su pontificado, en la que se leyó una lectura en quichua, la lengua indígena.

El Papa hizo un original paralelismo entre lo que les susurra Jesús a los apóstoles en la última cena -cuando les pide que sean uno y salgan a evangelizar-, con el “grito” de independencia de Hispanoamérica lanzado hace poco más de 200 años en todo el continente. “Ése fue un grito nacido de la conciencia de la falta de libertades, de estar siendo exprimidos, saqueados, sometidos a conveniencias circunstanciales de los poderosos de turno“, evocó Francisco, en una homilía fuerte, interrumpida varias veces por aplausos.

“A ese grito de libertad prorrumpido hace poco mas de 200 años no le faltó convicción ni fuerza, pero la historia nos cuenta que sólo fue contundente cuando dejó de lado los personalismos, el afán de liderazgos únicos“, destacó.

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Citando muchas veces la exhortación apostólica Evangelii Gaudium, el documento programático de su pontificado, Francisco recordó que la evangelización no consiste en hacer proselitismo -eso “es una caricatura de la evangelización”-, sino que es atraer con el testimonio a los alejados. “Es acercarse humildemente a aquellos que se sienten lejos de Dios en la Iglesia, acercarse a los que se sienten juzgados y condenados a priori por los que se sienten perfectos y puros”, dijo.

Papa Francisco

Durante la homilía reinaba un silencio sobrecogedor. La multitud, formada por casi un millón de personas que habían pasado la noche en el ex aeropuerto de la capital, acampando bajo frío y lluvia, lo escuchaba atentamente. Entre la gente se destacaban representantes de comunidades indígenas y fieles venidos de otros países latinoamericanos.

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Francisco, que hoy seguirá su gira regional en Bolivia, subrayó que la unión que pide Jesús no es uniformidad, sino la inmensa riqueza de lo variado, que aleja “de tentaciones de propuestas unicistas más cercanas a dictaduras, a ideologías o a sectarismos”.

Lo escuchaba, en primera fila, el presidente ecuatoriano, Rafael Correa, que si bien mostró públicamente enorme sintonía con Francisco, está pasando por un momento crítico. Más allá de que el Papa logró una tregua durante su breve escala en este país, desde hace semanas las protestas en contra de su gobierno y de dos proyectos legislativos están a la orden del día. “La gran pregunta es qué pasará mañana, al día siguiente de la partida del Papa”, comentó Juanjo Astiza, jubilado, reflejando el clima de tensión e incertidumbre latente aquí.

Papa Francisco

Francisco recordó que la propuesta cristiana es sanar las heridas, construir puentes y “ayudarnos mutuamente a llevar las cargas”. Y fustigó la religiosidad de “élite”, que no es la propuesta concreta de Jesús, que es la unidad, es “ser nosotros”, cuidar al otro, donarse, darse. “¡Eso es evangelizar, ésa es nuestra revolución, porque nuestra fe siempre es revolucionaria, ése es nuestro más profundo y constante grito!”, concluyó, hablando con pasión y provocando cataratas de aplausos.

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Los otros dos discursos que pronunció más tarde, ante el mundo educativo primero y la sociedad civil después, tuvieron la misma línea. Jorge Bergoglio, con una buena forma física pese a su agenda sin respiro, insistió en su mensaje en favor de los más débiles. Citando su última encíclica ecológico-social, Laudato sí’, recordó la urgencia de cuidar, proteger y custodiar no sólo el ambiente, sino a los más pobres.

“¡Tienen que hacer lío!”, dijo a universitarios, y los llamó a “ir a lo concreto”, a “mirar la realidad orgánicamente y no fragmentariamente”.

CATOLICOS EN ECUADOR

Ya cuando caía la noche y desde la iglesia San Francisco, el Papa volvió sobre el tema de la libertad y lanzó un fuertísimo llamado a Ecuador y a “muchos pueblos latinoamericanos” para que en sus normas y leyes “dejen en el doloroso recuerdo cualquier tipo de represión, el control desmedido y la merma de libertades”.

Terminó así de cautivar a Quito, ciudad por último día colapsada por una virtual “papamanía”, con calles desbordadas de gente clamando una bendición de Francisco, “papa valiente, amigo de la gente”.

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