Veteranos de guerra: Con heridas en la piel y en el alma

Un exmilitar latino quien sufre de paranoia y estrés post traumático encuentra la ayuda necesaria

@YurinaMelara

En su última operación especial en Afganistán, el sargento Oskar Zepeda había detenido a un supuesto miembro de un grupo terrorista cuando el sujeto logró detonar un artefacto explosivo suicidándose y literalmente arrancándole la mitad de la pierna y del brazo derecho.

Ese incidente terminó con la carrera militar como francotirador de más de 10 años del sargento Zepeda y lo lanzó a la vida civil, acompañado de dolor físico y sentimientos de frustración y cólera.

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Como él, miles de veteranos de guerra regresan con heridas que no son solo físicas, sino también emocionales. Zepeda se retiró del ejército el 20 de marzo de 2014 y desde entonces ha estado luchando en contra del resentimiento hacia su nueva vida, la falta de sueño y la paranoia del estrés post traumático (PTSD).

De acuerdo con el Departamento de Veteranos, entre 11% y 20% de los veteranos de guerra sufren de PTSD y en algunos grupos étnicos, como los latinos y los afroamericanos, es más común desarrollar este padecimiento porque están más expuestos a tareas de combate.

“Para mí es muy difícil estar rodeado de personas. Por ejemplo si estoy en un supermercado y veo a alguna persona rara, pienso que están ahí para hacerme daño. Me entra la paranoia de que alguien va a comenzar a disparar”, explicó Zepeda.

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Foto: Suministrada

Cada seis meses del 2005 al 2011, él era enviado a operativos especiales en Iraq y Afganistán para buscar a altos líderes de Al Qaeda y Talibán.

Pero el violento incidente que sucedió el 8 de septiembre del 2011, terminó abruptamente la vida que él conocía desde los 19 años de edad.

“Tuve más de 30 cirugías… estaba muy herido, sin la mitad de pierna derecha y de mi brazo derecho. En mi mente repasaba el momento en que sucedió y trataba de imaginar diferentes escenarios que pudieron haber evitado ese momento y cada vez me sentía más enojado”, dijo Zepada.

A él también le molesta que las personas a su alrededor no hagan lo que él dice inmediatamente.

“Yo era sargento y tenía a personas a mi cargo. Ellos hacían lo que yo les decía. En la vida civil no es así. Yo digo algo y no me hacen caso, para mí esa es una señal de falta de respeto y me molesta mucho. Me enfurece”, agregó.

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Foto: Suministrada

Segunda oportunidad

Entre más se aislaba la calidad de vida de este ex militar latino empeoraba y sus síntomas se hacían más severos hasta que un día encontró la ayuda que necesitaba en un programa especializado en atender a militares que sufren de PTSD como él.

Zepeda encontró ayuda en Operation Mend de UCLA, un programa de salud mental integral enfocado en ayudar no sólo a los exmilitares, sino también a sus familias.

“Antes de Operation Mend todo era más difícil. Este programa me ha dado esperanza. Me ha dado una segunda oportunidad de vida”, dijo Zepeda.

Aunque él aún se enoja, se frustra y de vez en cuando le invade la paranoia, ahora sabe que ese sentir es parte del estrés post traumático que está aprendiendo a identificar y a controlar.

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