La polémica persigue a Uber

Nueva York se está “uberizando”. Cada mes hay 2,000 nuevos autos gestionados por la plataforma de Uber en la ciudad y eso está contribuyendo a una mayor congestión en las calles, además de una definitiva amenaza a la viabilidad económica de los medallones de los taxis amarillos y verdes. Ya hay más vehículos de Uber circulando que los icónicos taxis amarillos.

Son dos elementos que convierten en polémica la decisión de la Alcaldía de establecer una moratoria durante un año a la entrega de nuevas licencias, para limitar así al crecimiento de Uber. Pero la polémica es el destino de una empresa creada para romper un modelo tradicional de negocio y máxime cuando este modelo procura ingresos a la Ciudad y a la MTA.

Uber está valorada en $50,000 millones, está muy apoyada por influyentes inversionistas, apenas tiene costos operativos (entre otras cosas por su funcionamiento a través de contratistas independientes, sin beneficios, en vez de empleados) y podría protagonizar una de las salidas a Bolsa más sonadas de los últimos años por su fuerte expansión en todo el mundo.

A la hora de enfrentarse al alcalde Bill de Blasio, la empresa está desplegando su fuerte influencia y manejando argumentos como que el Alcalde está destruyendo 10,000 puestos de trabajo, y lo hace con comerciales en la TV en los que toman la palabra personas que representan a minorías, siempre las que más sufren el desempleo. Son minorías que no tienen cargos relevantes en la pequeña estructura de la empresa.

Del otro lado, los taxis amarillos y verdes ven su supervivencia y los trabajos que generan bajo una amenaza que ya es real. Estos taxis necesitan una concesión de la Ciudad para operar, el medallón. Este sale al mercado en contadas ocasiones para controlar el número de taxis amarillos en las calles y por ello su valor siempre a fluctuado al alza en una urbe con cada vez más necesidad de transporte. El problema es que la competencia ha hecho que el valor de este medallón que hace apenas un año se valoraba en $1 millón ahora se ha rebajado un 40% y con ello están empezando las dificultades financieras para muchos de quienes se han hecho con estas concesiones gracias a créditos y han puesto como aval el propio medallón.

Encontrar el equilibrio es difícil para el Aalcalde que en un editorial en el Daily News explicaba que los vehículos con conductor han estado regulados muy ligeramente durante décadas “porque han sido una parte relativamente pequeña de nuestro sistema de transporte. Eso ha cambiado”.

Sus opciones para descongestionar la ciudad no son populares. Recortar el número de carros en las calles limitando el crecimiento de Uber y sus competidores (si los hubiera), además de los livery cars o imponer peajes en los puentes del East River como sugiere el ex comisario Samuel Schwartz en el Plan Move NY (reduciendo otros) y aumentar el precio con comisiones de este tipo de transporte tanto el hecho por Uber como el de los taxis amarillos y verdes para desincentivar su uso.

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