El ‘dueño’ de Chapultepec

El longevo exfutbolista visita al 'Sargento', 40 años después, y conoce nuevos edificios

MÉXICO, D.F.

Más de 40 años tuvieron que pasar para que Don Nacho Trelles, leyenda del fútbol mexicano, regresara a Chapultepec, ese sitio en el que creció y en el que se encontró con viejos amigos como el “Sargento” y nuevos habitantes en la forma de rascacielos.

El legendario entrenador cumplió 99 años el viernes y, al igual que el ahuehuete más longevo del Bosque, plantado por Nezahualcóyotl a petición del emperador Moctezuma en 1460, Don Nacho expresa su gusto por seguir viviendo.

“El ‘Sargento’ se murió antes que yo, caray, sin embargo está retoñando, se niega a morir”, habla con una voz ya melancólica, de un largo camino que inició desde su partida en tren de Guadalajara para quedarse para siempre junto a los Viejos del Agua, los ahuehuetes de la Ciudad de México.

Al descender del auto que lo llevó de vuelta a Chapultepec, Don Nacho coloca sus manos con fuerza sobre el tubular de la andadera con la que se ayuda para caminar, levanta la vista y pregunta, “¿qué es eso?”… Son los nuevos árboles de concreto del cielo de México, la Torre Mayor y Torre Bancomer, que nunca había visto.

Trelles contempla por un par de minutos el paisaje brumoso de una ciudad que ha cambiado tanto como los balones de gajos con los que inició su carrera como jugador en 1934 con los Electricistas del Necaxa.

“El bosque era nuestro en esos tiempos, incluso el Castillo, subíamos corriendo por la parte de atrás, por el cerro, no por las escaleras”, relata el aún activo consejero del Cruz Azul.

Trelles llegó a la edad de 8 años para vivir toda su vida junto al Bosque de Chapultepec donde aprendió a jugar y a patear sus primeros balones con los vecinos de las colonias adineradas que eran los que llevaban el balón.

Emocionado, contento, emotivo, sonriente se mostraba Don Nacho reviviendo cosas que él mismo ya había olvidado: “El castillo es precioso, pero no estaban esos cristales”.

Mirando como si fuera la primera vez el paisaje del lago de Chapultepec, recuerda que el día que falleció su madre, llegó tarde al entrenamiento, algo inusual en él. El técnico Pauler le preguntó molesto que por qué llegaba tarde, a lo que Trelles respondió “vengo de enterrar a mi madre”; su entrenador debió mandarlo casi a fuerza a descansar.

Esa tarde, Trelles se dirigió al Bosque de Chapultepec, acompañado de su novia Chelo, quien sería más adelante su esposa, compartieron un silencio inconmensurable que le otorgó el remanso y el sosiego durante toda la tarde recostados en la hierba, contemplando la eternidad.

Tantos años después, a unas horas de cumplir 99, su nueva visita al bosque de sus amores había concluido, los guardias y el antropólogo Gerardo Vázquez, quien fue su guía, se despidieron con cariño del técnico más ganador del futbol mexicano.

Más contento no podría celebrar sus 99 primaveras, Don Nacho Trelles volvió a hacer suyo el Bosque de Chapultepec, lo abrazó con la mirada, le sonrió, vio la transformación de una ciudad que él recordaba desde el Cerro del Chapulín con puros árboles, y a pregunta expresa, Don Nacho, ¿qué es lo más importante que ha hecho en 99 años? Remata con su estilo, que permanece intacto: “Vivir, no queda de otra”…

Lo dice Nacho Trelles:

“Había dos barrios, donde vivían españoles, ingleses y mexicanos ricos, nosotros vivíamos pegados a esta colonia, no éramos tan ricos, clase media, pero nos llevábamos muy bien. Ellos se iban a jugar el fin de semana con el Asturias, con el España y con el Germania y nosotros con el Atlas, México Excélsior”.

NUMERALIA

7 títulos que lo convierten en el DT más ganador del futbol nacional

2 Mundiales dirigió al Tricolor en 5 periodos distintos

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