Canciller llama a los padres latinos a jugar un rol activo en la educación

Carmen Fariña, que cumple cincuenta años enseñando, invitó a los papás a acercarse más a las escuelas y a los maestros.

Nueva York- Mucho ha cambiado desde que Carmen Fariña se dictó su primera clase, hace cincuenta años. Recuerda que, si el director pasaba por su sala de clases, los niños debían estar bien sentados, en silencio, mirando adelante. “Si hoy yo llegara a un edificio y viera eso, la consideraría una muy mala escuela”, dice la canciller de Educación. “Si veo niños sólo escuchando a un profesor hablar, pensaría que no hay aprendizaje ahí. Si no hay niños hablando entre sí, no hay aprendizaje. Quizás lograrán las mejores calificaciones, pero no serán los ciudadanos del mañana”.

Pero, además, en esa época también había otra forma de ver a los inmigrantes.“Se asumía que si los padres no hablaban inglés, no ibas a llegar muy lejos”, comenta Fariña, quien dice que hoy sus profesores no piensan así. “Creo que el tesoro que tenemos en Nueva York son las personas que hablan dos o tres idiomas. Además, los inmigrantes siempre han sido lo mejor que tiene esta ciudad y este país”.

En las pruebas estatales pudimos ver una diferencia importante entre los hispanos y el resto. También tenemos números de deserción más altos que las otras razas. ¿Cuál es su análisis de los hispanos hoy?

Primero que nada, tenemos que comenzar, como ciudad, a honrar a la gente que habla un segundo idioma. Queremos que vengan a la escuela con su idioma, cualquiera que sea, y que aprendan en dos idiomas, a leer y a escribir. Creo también que, en algún punto, no todos los padres están tomando la escuela tan seriamente como deberían. Nuestras cifras de asistencia en el día a día a veces entre las familias hispanas son más bajas de lo que deberían ser, porque si el niño se resfría o se van para la navidad a su país pierden dos semanas de clases. Tenemos que reforzar en las familias la idea de que ir a la escuela todos los días es muy importante.

Usted habla de la importancia de la participación de los padres. Muchos de los padres inmigrantes no sólo tienen cierta lejanía con este sistema, que es nuevo para ellos, sino que además trabajan muchísimo. ¿Qué está haciendo el Departamento de Educación para solucionar este problema?

Creo que es más difícil relacionarse con ellos porque muchos están asustados, quizás por no tener documentos, de ir a cualquier agencia gubernamental. Esto no es sólo con los hispanos. Además, algunas familias tienen dos o tres trabajos. Pero también entre los hispanos a veces tenemos la cultura de poner a los niños en la escuela y decir “ahora dependen de ti”. Decir “Yo no soy el profesor, confío en ti, y no me involucraré ahí”. Creo que es un cambio cultural. Cuando yo crecí, mi padre iba a la escuela cuando lo llamaban, pero no a las reuniones de padres. Pero nosotros estamos tratando de cambiar esto y tenemos a coordinadores con los padres, que están tratando de convencerlos para que vengan a la escuela por su propio bien, ni siquiera sólo por el bien de sus hijos. Necesitamos escuchar a los padres, en vez de decirles qué es lo que necesitan e invitarlos a venir a las escuelas y, cuando estén cómodos en las escuelas, ver hacia dónde quieren ir.

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