Un oficial hispano que busca hacer la diferencia

NUEVA YORK – A la salida del cuartel 83 en Bushwick, Brooklyn, el comandante Máximo Tolentino (51), es abordado por una anciana que le habla de una docena de problemas como si además de ser policía fuera su casero, su guía espiritual y su asesor financiero. El inspector le tocó el hombro, la escuchó con atención, le sonrió y le dijo que pasara después por su despacho.
El veterano de 29 años en el NYPD narra que antes de enrolarse en la Fuerza trabajó en el sector de los servicios: como lustrador, bodeguero y camionero, y que ese gusto por servir fue el empuje que lo levó a la Uniformada.
Al tomar hace un año las riendas del precinto, el oficial heredó una fuerza con una buena relación con su comunidad. Pero faltaba algo. “El espacio para los visitante era reducido e incómodo. Conseguí que lo ampliaran, pusieran sillas y cambiaran la ventana para que los oficiales pudieran atender de frente al que fuera por cualquier razón”, contó el dominicano que emigró de Santiago, a los seis años.
Tolentino cree que una de las claves para acercarse a la comunidad es que cada tercer martes del mes realizan un consejo comunitario para que los vecinos expresen sus inquietudes. Invitó a participar en el 480 de la avenida Knickerbocker.

Arduo trabajo para llegar

Sin embargo, para llegar tan arriba no basta con ser buena gente. Hay que estudiar y esforzarse. El sargento Carlos Nieves, vocero del NYPD, explicó que Tolentino pudo asistir a los cursos ejecutivos en el Police Management Institute de la Universidad de Columbia, a donde solo accede el 1% de los aspirantes.
La Uniformada ha visto en Tolentino un líder para sacar adelante programas novedosos como el de la Unidad de Respuesta a los Incidentes, la cual recopila información, la analiza y presenta de inmediato. El oficial hispano también trabajó en la coordinación del programa de bicicletas para los agentes y en la adecuación de la línea 311 para atender consultas no urgentes de asuntos policiales.
En 2012, pidió ser comandante de cuartel. En el 84, conoció a los patrulleros Rafael Ramos y Wenjian Liu, ejecutados en diciembre pasado. “Mi trabajo no es solo combatir el crimen, también consiste en atender y ayudar en los problemas personales de mis hombres y sus familias”.
Fuera de su extenuante trabajo, el dominicano tiene mucho que atender y querer. Su esposa, sus cinco hijas, un nieto y otro en camino. “Mis mejores amigos son mis hermanos”. Tiene 15, ocho de los cuales son medios hermanos con los que siempre ha tenido una relación cercana. Y varios poseen vocación de líderes. Una es capitana del NYPD, otro es teniente de la agencia; uno, oficial carcelario; otra, directora de escuela; uno, jefe de tecnología de un hotel y otra doctora en química.

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